2 de marzo de 2012

Persiguiendo a Amy. 18.-Lázaro

Lo primero era lo primero, sí: una taberna, una jarra de cerveza y un par de habitaciones.

-Y un baño caliente. Por el Altísimo, decidme, señora, que es posible conseguir un baño caliente en esta posada...

Y mientras calentaban el agua, Lázaro se bajó, no una sino dos jarras, riéndose con el resto, de los versos de Salvatore. Así como de la bofetada, por supuesto.

- Menudo carácter gastan las hembras por aquí... Tu hermano sí que es un hombre afortunado, Lázaro. Sea noble o ladrona esa muchacha, me han mirado unas cuantas mozas con esos ojos como para saber lo que eso significa...

-Baja la voz, no seas idiota, Salvatore. No sabemos a qué juego está jugando con la señora -aplicó toda su ironía en cada una de las seis letras, lo cual ayudó a la cerveza provocando aún más la hilaridad de los hombres -así que, de momento, olvidémonos de los parentescos. Veamos... digamos que... traemos un mensaje para el obispo de Zaragoza ¿os parece? Vengo como enviado de la Iglesia y... vosotros me escoltáis. Sencillo ¿no?

-¿Y la moza?

-La moza... La encontramos, le creímos y la escoltamos. Nada que no sea verdad. Y en cuanto a Leonardo... Ya veremos qué nos cuenta cuando vuelva... si vuelve. Tienes razón, Salvatore... es un hombre afortunado... Siempre consigue lo que quiere.

-Menos encontrar a vuestra revoltosa.

-Amelia es otra historia... Si no quiere que la encontremos, no sé si lo conseguiremos... Es aún más cabezota que Leo. -Se rascó la nuca, al pensar en sus hermanos. Y en lo insufribles que podían llegar a ser si se lo proponían. Pero la retiró pronto. Quería ese baño ya. -Más tarde buscaremos al alcalde o al sacerdote o... Pero ahora, si me disculpáis... creo que voy a retirarme. El agua caliente me espera.

Y él la esperaba... vaya que sí...

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