29 de noviembre de 2010

Días previos (muy previos) a la Navidad

En las calles ya estaban los adornos de Navidad, las luces, los escaparates nevados, las figuritas del Belén... Papá Noel en los balcones y estrellas y campanas, árboles y bolas allá donde mirara.

Definitivamente le gustaba la Navidad. Lo que no le gustaban eran esas semanas (¡casi meses!) previos en que parecía que llegaba pero no. Los adornos antes de tiempo que parecían querer engañarle con falsas promesas de regalos. Y es que su padre, después de la misa del gallo, siempre le traía regalos por Navidad, pero no de esos regalos tristes que se hacen por cumplir, ni esos chiquitajos de "vale, hoy te has portado bien". Por Navidad siempre le traía regalos grandes o grandiosos, de esos que tienes que mirar dos o tres veces antes de asimilar que son reales.

Como cuando le regalaron la bicicleta roja. No la usó demasiado, porque la gente lo miraba raro al ir él solo de noche en bicicleta, pero era genial. O cuando le dieron su capa, su preciosa capa negra. No había mejor momento en el día que el de ponerse la capa sobre los hombros y echarse volar sobre los tejados. O el año en que le habían regalado el ataúd de ébano y plata en su propia habitación. ¡Su propia habitación! Era un ataúd precioso y forrado y muy elegante y era genial y maravilloso y grandioso y el mejor regalo por siempre jamás, sin duda alguna. Y en la habitación tenía una estantería, un armario, un sillón y una mesa y podía hacer lo que le daba la gana cuando le daba la gana. Bueno, casi.

Este año les había pedido a sus padres una consola. Sabía que le iban a regalar un libro, porque aparte de los regalos fabulosos, siempre le regalaban un libro de vampiros. No le importaba, le gustaban los libros, pero también quería una consola para poder jugar por las noches cuando se tenía que quedar en casa. O un ordenador, donde además poder ver las fotos de su "nueva" cámara. Y un cargador para la cámara. A fin de cuentas, se había portado muy bien y había estudiado mucho inglés. Se había esforzado mucho.

De modo que Neme metió las manos en los bolsillos (aún no había encontrado sus guantes) y pateó el suelo con los pies mientras lanzaba una furibunda mirada a las luces de colores. Aún faltaba mucho para Navidad...

-¡Jopetas!

24 de noviembre de 2010

El guardián entre el centeno - J.D. Salinger

"Pero lo que más me gustaba de aquel museo era que todo estaba siempre en el mismo sitio. No cambiaba nada. [...] Lo único que cambiaba era uno mismo. No es que fueras mucho mayor. No era exactamente eso. Sólo que eras diferente. Eso es todo. Llevabas un abrigo distinto o tu compañera tenía escarlatina, o la señorita Aigletinger no había podido venir y nos llevaba una sustituta, o aquella mañana habías oído a tus padres pelearse en el baño, o acababas de pasar en la calle junto a uno de esos charcos llenos del arco iris de la gasolina. Vamos, que siempre pasaba algo que te hacía diferente. No puedo explicar muy bien lo que quiero decir. Y aunque pudiera, creo que no querría.
[...]
Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería poder meter en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas allí tranquilas. "

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Me encanta este libro. No me canso de leerlo. Me encanta Holden. Una profesora de inglés me dijo que no lo entendía en absoluto. Que había leído el libro y no lo había entendido. Yo sí. Igual es que, en el fondo, soy igual que Holden. "[...] y eso les demostrará lo chiflado que estoy." Igual es que pienso como él. Es que, en ocasiones, me comporto como él. "Les juro que estoy como una regadera."
Lu Caulfield.

18 de noviembre de 2010

Imágenes de un verano (tardío)

Era un turista como todos los demás. Por el día seguro que había paseado perdido por la ciudad, observándolo todo con los ojos muy abiertos y la boca, quizá también algo abierta. Pero ahora por la noche se había arreglado para salir, para conocer la ciudad...

Aún así, Neme tenía claro que era un turista. Tenía cara de turista, se movía como un turista, hablaba como un turista, olía como un turista... Los diferenciaba a leguas. No es que le importara. De hecho, le encantaba. Era tan fácil hacer desaparecer a un turista... De modo que no dudó en acercarse a él, en camelarlo...

Además, ese turista tenía algo genial: una gran, fabulosa y moderna cámara de fotos que Neme se apresuró a "heredar". Era tan genial...

Pasó la primera noche disparando al azar, sacando fotos de todo cuanto veía, rápido, impaciente... Luego las borraba, una tras otra, porque estaban movidas, oscuras. Se enfadó, por supuesto. No era justo. Las fotos bonitas solo salían a la luz del sol... De modo que al final tiró la cámara en un rincón, dejándola olvidada, hasta que oyó a otros turistas hablar sobre los tiempos de exposición, un par de semanas después. Se les acercó, con la mejor cara de inocencia que supo, y le spreguntó cómo hacerlo. Decidieron no explicárselo, sino preocuparse porque un niño como él estuviera por ahí, solo, una noche como esa. Estuvieron incluso a punto de llamar a la policía (¡dichosos adultos! ¡jopetas!) así que Neme tuvo que echar mano de todo, todo su poder de persuasión para convencerlos de que era normal, de que sus padres estaban esperándole en el hotel, de que, oh, no, con uno que me acompañe es suficiente, ¿cómo es eso de los tiempos de exposición? y, por supuesto, de que sí, ese callejón de ahí es un atajo, estoy seguro.

Deshecho del turista y cruzando los dedos para que el otro no se acordara bien de él, volvió a casa volando para experimentar con la cámara.

Salió todo feliz la noche siguiente. Sobrevoló varias veces la ciudad, buscándo las mejores imágenes, el mejor ángulo. Al final sacó dos o tres fotos. Sin mover. Perfectas.
Las observó detenidamente y decidió que era un buen fotógrafo. Neme sonreía feliz, mostrando todos sus dientes, cuando la cámara se apagó. La batería se había agotado.

-¡Jopetas! ¿De dónde saco yo ahora un cargador? ¡Eran las mejores fotos del mundo mundial! ¡Escúpelas, maldito!

Llegué! (o como pasar un Livejournal a Blogger por el camino largo)

Por lo visto al mudarme desde el journal, se me han perdido muchos comentarios por el camino...
Pero bueno, al menos he llegado...

He tenido que:

-Crearme un blog en wordpress
-Crearme un blog en blogger
-Migrar el LJ a wordpress (tiene un botón que lo hace directamente. Bien por wordpress)
-Exportar el wordpress a .xml poquito a poco (año a año o en bloques de 3 o 6 meses)
-Transformar los .xml en la página esta, porque si no blogger no lo aceptaba
-Ir importando cada uno de los archivitos resultantes a blogger

Y ahora estoy en fase de chapa y pintura, así que si veis que esto cambia a menudo, no me lo tengáis en cuenta...

De momento... ¡¡Lo logré!! Así que creo que me he ganado un premio, ¿no?

13 de noviembre de 2010

La flecha negra - Robert Louis Stevenson



Google me dice que hoy es el 160 aniversario de Robert Louis Stevenson.

No voy a decir nada que la Wiki no pueda decir por mí. Sólo que no me gusta. En general. Y que ha escrito uno de mis libros preferidos, en particular. No soporto La Isla del Tesoro, no me gusta el Dr. Jekyll y el cuento de Olalla (de vampiros) me dejó bastante indiferente.

Pero luego he leído mil millones de veces (sobra decir que exagero, ¿verdad?) La Flecha Negra.  (La wiki os enlaza tb a un resumen, os cuenta hasta el final, así que cuidado...)


La traducción de la carta de Juan Enmiéndalotodo que aparece en mi libro me parece mucho más bonita (diría que acertada, pero no conozco el original, así que no lo sé...) que cualquier otra que se pueda encontrar por internet, así que ahí os queda:


Cuatro negras flechas en mi cinto había
por las cuatro penas, que el alma tenía.

Cuatro son los nombres de los malnacidos
que de vez en cuando nos han oprimido.

Una ya ha volado, y con tino cierto:
Appleyard el viejo, ha caído muerto.

Otra a Master Bennet temblando le aguarda;
el que incendió a Grimston, paredes y bardas.

A Sir Oliverio otro habrá que mate;
el que a Enrique Shelton le cortó el gaznate.

La cuarta la guardo para Sir Daniel,
que es la diversión justa para él.

Vuestro merecido tendréis por lo hecho:
una negra flecha para un negro pecho.

Decid de rodillas vuestras oraciones,
que os llega la hora: sois muertos, ladrones.

JUAN ENMIÉNDALOTODO.

Item más; tenemos más flechas y buenas cuerdas de cáñamo para los demás que os siguen.