29 de abril de 2011

Encuesta capítulo 5

Uuuufff...
Por un momento me asustasteis... Me habéis tenido en vilo hasta el último momento, sin saber qué íbais a decidir... =P

Pero, al final, este es el resultado.



La continuación, mañana o pasado. Exámenes y esas cosas, que me tienen un poco agobiada... 

PD: ¡¡Hala!! ¡¡Más de mil visitas!! No me lo puedo creer...

23 de abril de 2011

Capítulo 5 - Las fotos

Colgó aún más asustado, si eso era posible, y aún sin saber qué hacer.

- Vamos, Sombra... Esto es demasiado chungo...

Se frotó la cara con las manos, con fuerza, como para intentar despertarse, y luego bajó las manos y se frotó el cuello y la nuca.

- Venga, va... céntrate... tienes que salir de aquí...

Quería hacerle caso al Gato. Realmente quería hacerlo. Se acercó, casi temblando a la puerta, pero el peso de la cámara le hizo girarse de nuevo. ¿Quién podía desaprovechar una oportunidad así? Un asesinato... Podría sacar unas fotos... Y si encontraba cómo venderas sin levantar sospechas, seguramente se podría sacar una pasta. Aparte de que seguramente le tendrían en cuenta para...

El chasquido del disparador de la cámara lo sobresaltó. Ni siquiera había sido consciente de que la estaba sacando de la funda y la estaba montando.

No quiso pasarse. El cuerpo estaba allí, en la alfombra, rodeado de un charco de sangre sobre el que descansaba su cabeza. Apestaba, a pesar de que no tenía pinta de llevar mucho allí, y a Sombra le volvió a asaltar esa sensación de náusea. Otra foto. Otra. Y otra más.

No quería adentrarse en el sálón, pero algo en la mesa llamó su atención. Había varias fotos, y se acercó a verlas. Tuvo que cerrar los ojos y respirar con calma unos segundos para no vomitar.

Y entonces fue cuando oyó la sirena de la policía en la calle. Oyó el frenazo del coche y el ruido de puertas y se maldijo por no haberle hecho caso al Gato. Se asomó a la ventana y los vio caminar hacia el edificio. Cogió las fotos de la mesa, con un gesto rápido.

-Maldita sea... es que además son buenas las jodidas...

Y echó a correr hacia la puerta. Pasó la manga del jersey por la manilla, como había visto hacer en las películas, para borrar las huellas y cerró la puerta con llave. Se la guardó en el bolsillo y bajó corriendo por las escaleras, incapaz de esperar por el ascensor. En el rellano del primero frenó, con el consiguiente resbalón. Casi se rompe la crisma. Oía a los policías hablar en el portal.

-Si es que eres idiota, Sombra... ¿Y ahora, qué?

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Eso... ¿Ahora qué?

a) Intenta pasar entre la policía haciéndose el avión y mintiendo de ser preciso.
b) Vuelve al piso y se encierra confiando en que la policía vaya a otro lugar.
c) Se entrega a la policía y les cuenta todo el follón.
d) Pide asilo en casa de cualquier vecino.
e) Cualquier otra feliz idea. ¿Como qué? ¡Coméntamelo!

(No seáis malas pécoras, que os conozco, y dejad vuestro voto en la columna de la derecha del blog...)

22 de abril de 2011

Encuesta capítulo 4


En breves el 5.
Aunque es Semana Santa y medio estoy de vacaciones, así que no esperéis gran qué...

14 de abril de 2011

Capítulo 4 - Las llaves

En el cruce, a la izquierda. Dos calles más allá, a la derecha.
El dolor de cabeza parecía habérsele asentado en la parte de atrás de la cabeza, casi en la nuca. Era más llevadero, pero a cambio, empezaba a tener náuseas.
11, 13, 15… Allí estaba. El número 17. Volvió a comprobar la dirección y sacó una de las llaves del paquete. Necesitó tres intentos para acertar con la cerradura. Coincidía. Adentrarse en la fresca oscuridad del portal le pareció lo mejor que le había pasado ese día.

Subió en el ascensor. Era un segundo, pero no se atrevió a enfrentarse a las escaleras, que lo miraban de modo amenazador. Al ir a entrar, casi se lleva por delante a una mujer que salía acelerada, con un bolso bajo el brazo en el que habría podido meter la mitad de su casa. Murmuró una disculpa que bien podría haber sido un gruñido e, ignorando la mirada furiosa de la mujer, pulsó el número del piso. Se apoyó junto al cuadro de números y cerró los ojos. Fue un recorrido corto, que se le hizo más corto aún debido a esa extraña sensación que le atenazaba el estómago.

-Tú eres gilipollas, Sombra… ¿Se puede saber qué coño haces aquí? Verás que la acabarás liando…

Fue rezongando por el pasillo hasta llegar a la puerta. Sacó la llave de seguridad y, tras un par de intentos, abrió la puerta.

-¿Hola? –Solo le respondió el silencio. -¿Hay alguien?

Entró en un piso que, a simple vista, parecía amplio. En la entrada, todo el mobiliario lo componían una mesita baja y un espejo alto. Sombra se quitó las gafas, pero no pudo ver más que su silueta reflejada. Estaba oscuro, así que se encaminó a lo que parecía ser el salón y tanteó la pared en busca del interruptor de la luz. Achinó los ojos cuando el foco amarillo se iluminó.
Era una sala grande; un bonito sofá gris y varias estanterías. Había una televisión en la pared y una mesita baja sobre una alfombra y…
Sombra se quedó helado. Durante unos minutos permaneció allí, clavado en el sitio, sin apenas moverse. Cuando lo hizo, solo pudo llevar la mano al bolsillo y marcar el botón de rellamada. Una vez. Dos. Tres. Cuatro…

-¿Tú qué quieres, Sombra, que acabe contratando a alguien para que te pegue una paliza o qué? –Su voz sonaba cansada.
- Gato…

El tono de su voz debió sonar lo suficientemente acojonado como para que Gato se preocupara.

-¿Qué pasa?
-¿Qué coño pasó anoche?
-Pregúntaselo a tu nuevo amiguito.
-A mi… -De pronto tenía frío. Mucho, mucho frío.
-El tipo ese alto, de pelo rapado… ¿O es que tampoco te acuerdas de él? –Cínico.
-¿Rapado? ¿Y con un tatuaje de un dragón en el brazo?
-Ese mismo. Vas y se lo preguntas y…
-Gato… -Ahora sí que tenía nauseas. –Creo que estoy delante de su cadáver.
-¿Pero qué…?

Hubo un largo silencio, cargado de incredulidad, asimilación, comprensión y miedo. Por parte de Sombra, sobre todo miedo.

-¡Te dije que no era trigo limpio! ¡Imbécil! Corre. No toques nada, ¿me oyes? ¡Nada! Lárgate de ahí. Voy para la tienda. ¡Corre!


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Vuestro turno:

Sombra cuelga el teléfono y…
a)      Le hace caso y echa a correr a la tienda del Gato.
b)      Llama a la policía.
c)      Se recompone y hace un par de fotos. Algo así le arregla el mes a cualquier fotógrafo.
d)     ¿Vosotros haríais cualquier otra cosa? ¿Qué? Contádmela.

Dejad vuestro voto en la encuesta de la derecha. ¡No olvidéis votar!

Encuesta capítulo 3

Encuesta cerrada.
Esta tarde/noche seguimos.

7 de abril de 2011

Capítulo 3 - El paquete

-¿Pero qué…?
¿Le había dado su teléfono? Volvió a abrir y se asomó a la escalera, pero supuso que estaría ya en la calle. No le apetecía lo más mínimo echarse a correr para alcanzarla y además… ¿luego qué? Hola, me has dado un número de teléfono. Sí. ¿Para qué? Eres idiota

Volvió a entrar, aún flipándolo, y se frotó los ojos y la cara con la mano que tenía vacía, por si aquello era alguna estúpida alucinación producida por la resaca… Igual comiendo algo o… ¿otra aspirina sonaba a suicidio?

Miró el paquete que aún llevaba en la mano. Estaba envuelto en papel satinado blanco, como si fuera un pequeño regalo. Lo agitó. Dentro había algo pequeño que tintineó al chocar con la caja, con un sonido metálico.

Rompió el papel. No tenía el cerebro para estarse con tonterías. Dentro, una cajita del mismo color inmaculado. Volvió a tintinear. No pesaba demasiado… Levantó la tapa. Dentro, dos llaves y una tarjeta con una dirección.

-¿Qué coño…?

Dio varias vueltas a las llaves. Las comprobó con las suyas. Una de ellas se parecía a la del portal, la otra era, claramente, de una puerta de seguridad de un piso. Volvió a mirar la tarjeta. No le decía nada. Ni siquiera conocía la calle.

Pasó por la cocina y abrió el frigorífico. Había olvidado hacer la compra. De nuevo. Refunfuñando, volvió al ordenador y metió la dirección en Google Maps. No parecía quedar muy lejos de allí…

Una débil voz en su cabeza, más débil que la taladradora producida por el dolor de cabeza y que la voz que le decía que no volviera a tocar una gota de alcohol o lo que fuera que se había metido la noche anterior, una voz débil y ligeramente sensata, le decía que, fuera lo que fuese, tenía que ver con la noche anterior, con aquello que no recordaba y con el cabreo del Gato. El Gato seguro que sabía algo… Pero seguro que no le volvería a coger el teléfono.

Cogió una chaqueta y metió el móvil y la cartera en el bolsillo, confiando en que aún le quedara algo de dinero. Seguía sin encontrar la cámara pequeña, así que cogió la del trabajo y un par de tarjetas de memoria del cajón, las llaves de casa y el paquete con la dirección. Y las gafas de sol, por supuesto. Había demasiada luz, demasiada…

Aún así, el sol le golpeó como un mazazo en cuanto abandonó la fría y lúgubre seguridad del portal. Con los ojos casi cerrados y las manos en los bolsillos enfiló calle abajo, con un quejido agónico, arrastrando los pies.

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¡Hey! ¡Que se va sin nosotros! ¡Corred!
Vuestro turno: ¿Hacia dónde se dirige?

a) A comer algo antes de nada.
b) A buscar al Gato y pedirle explicaciones.
c) A la dirección de la tarjeta.
d) ¿Alguna otra opción? ¡Contádmela!

(Vuestra opinión, en la encuesta aquí al lado)

Ready for the next one

El tercero está en proceso. Nos vemos a la noche. ;)

5 de abril de 2011

Presente

No me dejan vivir el presente
así que me encierro en mañana
y me aferro con uñas y dientes
para mantener la calma.

Y me vuelvo de nuevo al pasado
y me asusto, y me vuelvo a girar.
Y me escondo entre sueños bastardos
para poder continuar.