31 de diciembre de 2011

Capítulo 20 - La dignidad perdida

Estaba tan cabreado que por un momento dejó de pensar. Ya estaba bien. Ya estaba más que harto. Demasiado harto.

-¡Claro que no! ¡Por supuesto que no deberíais haberme metido en esto! Ya me diréis qué coño pinto yo aquí, ¡joder! ¿Sabéis cuál era mi plan de hoy? Levantarme, ducharme, mandar las putas fotos de ayer a la agencia y dormitar en el sofá... o en la misma cama el resto del día. ¿Era tanto pedir? ¿En serio? ¿Un puto domingo tranquilo?

Se había puesto de pie y ahora los encaraba, sobre todo al hombre del traje.

-No te pases, Simón, haz el favor de volver a sentarte.
-Sombra...
-¡Ni Simón, ni Sombra, ni hostias! ¿Pero qué os habéis pensado que soy? ¿Un puto juguete que andar arrastrando a vuestro antojo? ¡Sí! ¡He dicho vuestro! ¡Hablo contigo también, Gato! ¡Empiezo a estar muy harto! ¿Sabías que esto tenía que ver con los rollos de tu padre y no me dices nada?

Sombra pudo advertir un pequeño matiz de sorpresa en los dos matones articulados y se volvió hacia ellos.

-Sí, padre, no teníais ni idea vosotros tampoco, ¿verdad? ¿Qué pensabais, que se apellidaban igual para darle más énfasis al rollo odio-odio que se traen, como una novela barata de sobremesa? Antares vs. Antares, the final battle... ¡Pues ya podéis jugar vosotros esta última partida porque yo me las piro!

Dicho esto se giró hacia la puerta, recuperando de golpe todo su orgullo, su valor y su dignidad perdida. No le duraron demasiado.

-Siéntate, Simón.

Se quedó clavado en el sitio. Era ese tono de "estás en un lío del quince, chaval, y la colleja que te va a caer es de órdago" que tan bien conocía, solo que ya no tenía 8 años y el chasquido de las armas de los matones al cargarse, no auguraban nada bueno. Por un momento, echó de menos las collejas.

Volvió a darse la vuelta y se sentó otra vez. Refunfuñando, eso sí. Podrían quitarle la vida, podrían quitarle la libertad... pero no le iban a quitar el placer de quejarse.

-En el fondo tiene razón.
-Cállate.
-Pero es que es verdad, y yo tampoco sabía que eso tenía que ver contigo y...
-He dicho que te calles, Gonzalo.

Sombra maldecía para sus adentros, pero no podía dejar de ver que, de algún modo, pese a las pistolas, los matones y toda la parafernalia, la balanza se había inclinado un poco, solo un minúsculo poco, a su favor. Lo veía en la duda de los tipos, en la manera nerviosa de moverse de Claudia. Jo, cómo había crecido la renacuaja de Claudia, cómo se había puesto... Jo, y seguía siendo tan insufrible como con 6 años...

El Gato también pudo ver la duda, porque decidió seguir metiendo baza.

-Vamos, papá... Si llego a saber que se la tenías jurada a esos tipos, no les habría echado un cable y lo sabes...

Y, lo peor, es que funcionó. El señor Antares resopló y con un gruñido le hizo un gesto hacia la puerta.

-¿Pretendes que me crea que no sabías nada? -El Gato recurrió a su cara más inocente. Le salía demasiado bien. -Muy bien, muy bien... Lárgate con tu amiguito si es lo que quieres, pero hablaremos en mi casa, sin tanta gente, a la noche. Ni se te ocurra desaparecer o te encontraré y me dará igual que seas mi hijo o un gato callejero. -Sonrió con su propio chiste. -Ni se te ocurra llegar tarde a la cena.

El Gato agarró a Sombra del brazo y tiró de él antes de que tuviera tiempo a pensar nada más, mientras que Claudia los atravesaba con la mirada. Lo obligó a correr escaleras abajo.

-¿Eso es todo? ¿Te invito a cenar y se acabó? ¿Me estás tomando el pelo, Gato?
-No seas imbécil... -Abrió el coche y  le invitó a entrar. Sombra, aún algo alucinado, obedeció, sujetándose la muñeca con un gruñido sordo.
-Voy a tener que ir al hospital... maldita sea...

El Gato no contestó, solo arrancó y enfiló carretera alante. Sombra empezó a extrañarse cuando el coche salió de la ciudad y cogió en dirección al aeropuerto. En el siguiente semáforo, el Gato, se giró hacia él, mostrando su mejor sonrisa de divo.

-¿Has estado alguna vez en Brasil, Sombra? Seguro que te va a gustar...


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Fin.

Muchas gracias por haber estado ahí.

Como habéis sido buenos, os dejo una última votación como regalo de Reyes. ¿Qué queréis como epílogo?

a) ¿Qué había en las fotos de la cámara?
b) ¿De dónde salieron las nueces?
c) ¿Qué favor quería Ella?
d) ¿Qué había en las fotos que robó Sombra?
e) ¿De dónde salió el cadáver?
f) Si se os ocurre algo mejor... Ya sabéis. Comments!

¡¡Y FELIZ AÑO NUEVO!!

Encuesta capítulo 19

Termina el año... Y con él nuestra historia. Muchas gracias por haber colaborado y por haber tirado de mí estos meses para seguir capítulo a capítulo...


En breves, el 20.

21 de diciembre de 2011

Capítulo 19 - Asuntos familiares

Sombra lanzó una última mirada al coche antes de entrar. Era una oportunidad tan buena... Pero estaba convencido de que no funcionaría. Con su maldita mala suerte seguro que lo tumbaban al primer signo de huida. Y, además, no podía dejar al Gato tirado. No podía ser tan cobarde y traicionarlo así, menos aún cuando el Gato no lo había dejado en la estacada y se había entregado por acompañarlo. Buen Gato...
De modo que, medio a regañadientes y pseudoarrastrado por los matones de turno, le tocó volver a subir los tres pisos. Sin embargo, esta vez pasaron por la puerta de enfrente.
Sombra se encontró en un piso más amplio y mejor amueblado. Mucho mejor, dónde iba a parar, con ese sofá el doble de grande que el otro, y sin las botellas ni la ropa tirada... Eso sí, la joven del pelo azul, Claudia, volvía a estar acomodada en el sofá. Y el dueño de la voz que tanto le sonaba.
Joder, vaya si le sonaba la voz. La voz y la cara y los gestos y el traje caro. Y la sonrisa, por supuesto. Esa sonrisa felina que, junto con la mirada de depredador que la acompañaba, hacía que el Gato perdiera su mayúscula y se quedara en un simple minino aficionado.
Mierda, cómo le había impresionado ese hombre cuando tenía 8 años, cómo lo intrigaba siempre detrás de la puerta de su despacho, qué respeto imponía cada vez que se asomaba para mandarles callar o soltarles un pescozón por haberla liado (otra vez) en el colegio. Mierda, qué respeto imponía ahora con la colección de matones articulados que lo acompañaba. Y venían con todos los extras, joder, joder... De todas esas armas sí que no se acordaba...

-Gonzalo, Simón. Sentados.

Señaló el sofá y ellos, como perrillos entrenados, obedecieron. El Gato se acomodó cruzando una pierna sobre la otra y le respondió con un gesto de cabeza y una sonrisa indolente, manteniéndose en su sitio. En cuanto a Sombra, tuvo que echarle más valor.

-Bu... Buenos días, señor Antares...
- ¿Días? ¿Es que acabas de levantarte, Simón? -Su sonrisa felina se acrecentó.

"Como si no supiera el tiempo que llevo levantado el tío... como si no supiera hasta las veces que he ido a mear... ¡oh, mierda! Maldita sea, Sombra... ¿Por qué tienes que pensar en 'eso' justo ahora?"

-Pero no me habéis dado tiempo a comer... Lo cierto es que me estoy muriendo de hambre y... ¿Puedo ir al baño?

Simplemente lo miró, antes de centrarse en el Gato.

-Teníamos un trato, Guillermo. Tú no te metías en mis asuntos y yo te dejaba en paz.
-Yo no me he metido en tus asuntos.
-¿Ah, no? Creo que las fotos que robó Simón no dicen lo mismo...

Sombra se sintió culpable, terriblemente culpable... Aunque sabía que no tenía por qué sentirse así. A fin de cuentas, él solo había cogido unas fotos. Ellos eran los que habían matado al tipo, ¿no? O al menos eso creía. Y los que lo habían drogado y perseguido y jugado con él todo el maldito día. Y apostaba a que también eran los culpables de que hubiera pegado al Gato y de que le doliera tanto la maldita cabeza y que estuviera muerto de hambre y de que Ella lo odiara y de que se estuviera meando. ¡Joder!

-Tergiversadas. Y además, no debisteis meterlo en esto.

No, claro que no debían haberlo metido... ¿Pero qué coño les pasaba? Con sus pistolas y sus puestas en escena de película de acción americana... ¿No podían haberlo solucionado tranquilamente en el despacho de caoba y a él haberlo dejado en paz, mandar las fotos al curro y volverse a la cama?

Sombra ya empezaba a calentarse así que analizó la situación. Tenía que hacer algo, ¿pero qué? El matón que tenía más cerca parecía divertido con la pequeña batalla dialéctica que parecía a punto de empezar y sostenía la pistola distraídamente. Podía ser una oportunidad... o un suicidio. O una broma, sí, tenía que ser una broma, porque aquello no podía estar pasando, a él no, joder, ya tenía bastante, no podía ser verdad... maldita sea... ¡malditos cabrones!

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Llegado a este punto de desequilibrio mental, Sombra decide:

a) Hacerse el valiente e intentar coger la pistola.
b) Dejarse llevar por su recién adquirida locura y echar a correr por la sala gritando ¡es una broma!
c) Recuperar parte de su dignidad pisoteada y dar su opinión. A gritos.
d) Dejarse llevar por la desesperación y echarse a llorar cual niño.
e) ¿Se os ocurre a vosotros algo mejor? ¿Qué? ¡Contádmelo!

¡¡Vamos que solo queda un capítulo!! ¿Preparados para el desenlace?

14 de diciembre de 2011

Soy yo - Phineas y Ferb


Me encanta Vanesa... No encuentro la letra en condiciones, solo la chunga que ponen en youtube, así que os la dejo, medio corregida y con algunos huecos... Lo siento, hay mucho que no acabo de entender (cualquiera diría que está en castellano...), así que se aceptan re-correcciones.

Soy capaz, voy a volar, te voy a encontrar
aunque quieras no me paras, te voy a ganar,
me puedo mover a gran velocidad,
desayuné muy bien pero comí la mitad.

Soy la furia letal, la bomba mortal,
soy yo.

Diva temible, dura de roer,
en tus pies soy asfalto [...] ??,
un venenoso aguijón tengo y se tronar,
puedo ser la mejor de [...] ??.

Soy un bombón, un gran tiburón,
soy yo.
Ese rico chicle que aún te quedó,
soy yo.

Soy la tronca con más suerte y más pasión,
fuerte, la de mente más viva, segura, atractiva,
la locomotora que va a chocar,
soy pastel que probar, soy de armas tomar,
la simpática y rápida ganadora clásica,
siempre el récord bato, arrasé en un rato,
soy un ciclón, soy más que un batallón,
soy un lío de cuento, yo soy un cañón.

Soy quien más guindillas puede masticar,
yo soy el gatito que te va a arañar,
la sesión de viernes noche sin censurar.

Soy yo,
soy yo,
soy yo,
soy yo,
soy yo.


29 de noviembre de 2011

Encuesta capítulo 18

Bueno, chicos... Nos acercamos peligrosamente al final. De momento las votaciones han quedado así:


El 16 entrego el proyecto, así que, si no puedo ponerme antes, procuraré tener el próximo capítulo antes de Navidad... 

13 de noviembre de 2011

Capítulo 18 - La caída

El Gato le respondió con un gesto de la cabeza hacia la ventana y Sombra asintió.

- Lo siento... ya te llamaré.

Se sintió como el chulo de la película, despidiéndose así de la chica, como un perdonavidas cualquiera... Se asomó a la ventana y, no sin algo de esfuerzo, salió al alféizar y saltó. El aterrizaje sobre el tejadillo no fue tan agradable como esperaba. La plancha cedió ligeramente bajo sus pies, abombándose, y perdió el equilibrio de modo que cayó dándose con el hombro y el Gato, que bajaba tras él, casi le cayó encima. Giró, para evitarlo, y al hacerlo Sombra se precipitó del tejado al suelo. Al apoyar la mano en la acera notó un chasquido sordo y la punzada de dolor fue tal que eclipsó al resto del golpe contra el suelo.

- ¡Me cago en...! ¡Joder!

El Gato aterrizó con mucho más estilo a su lado, limpiamente, de pie y apoyando una mano en el suelo al flexionar las rodillas para amortiguarse. Echó a correr precediéndolo mientras Sombra se levantaba malamente, derrapaba y salía en pos de él.

No llegaron demasiado lejos. Uno de los tipos de la mañana les cerró el paso, saliendo de la nada. Intentaron esquivarlo pero golpeó a Sombra, que volvió al suelo pesadamente con un juramente y un par de maldiciones extra. El Gato, que ya se había escabullido, aún avanzó algunos metros más, pero al volverse y ver a Sombra siendo levantado por otro de los matones que salía del edificio, frenó la carrera y alzó las manos, volviéndose hacia ellos.

- Vale, muy bien, vosotros ganáis...

El tipo empujó a Sombra para hacerlo regresar mientras que el matón de la mañana acudía a por el Gato. Sombra se sujetó la muñeca con la mano contraria, acompañando el gesto con un quejido agónico que pretendía dar a entender todo el dolor de su cuerpo y alma y lo absolutamente desesperado que se encontraba por la situación, pero lo único que consiguió fue otro empellón que casi lo hace dar con sus huesos por tierra por tercera vez. El de la mañana también empujó al Gato de muy malas formas, cuando algo en la mente de Sombra lo alertó, como una sirena de ambulancia. Un coche reducía la marcha y frenaba unos metros más alante y su conductor bajaba sin frenar el motor y sacaba una bolsa del maletero apresuradamente.
La alarma del cerebro de Sombra encendió todas sus luces y aulló con más fuerza cuando el tipo que lo sujetaba aflojó la mano para sujetar también al Gato, mucho más peligroso, donde iba a parar... en el momento mismo en el que Sombra iba a franquear el umbral y el tipo del coche apoyaba la bolsa en el suelo y cerraba el maletero.

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De modo que Sombra...

a) Echa a correr y se monta en el coche, huyendo y abandonando al Gato a su suerte.
b) Toma aire y le echa valor al asunto, subiendo dignamente las escaleras para enfrentarse a los del piso.
c) Franquea el umbral pero echa a correr escaleras arriba, pidiendo asilo político en cualquier otro piso.
d) ¿Otra? Me estoy quedando sin ideas, así que ya sabéis... ¡A comentar!

Encuesta capítulo 17

Es tarde para ponerme con el dibu de la encuesta y seguro que preferís capi, así que allá va...


a) Se enfrentan a Ella.
  2 (20%)
b) Se enfrentan al hombre del salón.
  1 (10%)
c) Saltan por la ventana.
  4 (40%)
d) Se esconden bajo la cama.
  3 (30%)
e) ¿Otra? ¿Qué? ¡Coméntamelo!
  0 (0%)

[Fe de erratas: sé que nadie se ha dado cuenta, mejor para mí... pero Sombra y Gato subieron a un segundo, no a un tercero... Lo siento por la equivocación :/ ]

15 de octubre de 2011

Capítulo 17 - Visitas

- ¿Qué se supone que es eso?

Ella se encogió de hombros.

- Nada. - Otro ruido. -El gato. -Sonrisa.
- Tú no tienes gato. -Ella acompañó las palabras del Gato con una risa corta. -¿Quién anda ahí?
- ¿Y eso qué coño os importa? Es mi casa. Estará quien a mí me salga de los ovarios.

Sombra, se encaminó al pasillo, casi precedido por el Gato. Ella les intentó cerrar el paso, pero el otro ya la estaba apartando con un empujón, sujetándola del brazo, mientras la amenazaba con un tono sombrío.

- Más te vale quedarte quietecita, Claudia.

Enfilaron el pasillo a paso rápido, pero Sombra no pudo evitar preguntar.

- ¿La conoces?
- ¿Que si qué? -De la sorpresa, el Gato se quedó parado, dedicándole una larga mirada de desconcierto y compasión. -Pensaba que estabas de coña... No estás de coña, ¿verdad? Sombra... ¿Que si conozco a Claudia? ¿En serio te han licuado el cerebro? ¿Claudia? ¿No te suena de nada? ¿La insufrible e insoportable Claudia Antares, con sus estúpidas coletas siempre jodiendo al personal? Vale que haga años que no la ves, pero tío...

Sombra abrió mucho los ojos, incrédulo. Miró al salón por encima del hombro, intentando verla de nuevo, pero otro ruido le hizo volver en sí y ambos entraron en la habitación, Sombra un paso por delante del Gato. La habitación también era pequeña y la cama estaba deshecha. En ella, una sombra oscura formada por largos cabellos ondulados y revueltos se removió. La maraña se apartó siguiendo las órdenes de un brazo claro y delgado que salió de entre las sábanas, y dio paso a una cara que Sombra conocía bien... Ella...

- ¿Sombra?
-Ho... hola...

Ella le clavó una mirada fría, cargada de odio y desprecio que le sentó como una bofetada doble. Tenía los ojos brillantes y expresión adormecida y enferma. Aún así su voz sonó alta y firme.

- ¿Por eso no podías ayudarme? ¿Porque habías quedado con este...?

En ese momento oyeron la puerta de la entrada abriéndose. Para Sombra el sonido fue una mezcla de alivio y alarma. Y no sabía cuál de las dos sensaciones pesaba más. A esas alturas la resaca ya empezaba a parecerle una nimiedad dentro del surrealismo del día, y el runrún de su estómago vacío solo era un eco lejano, el recuerdo de algo que fuera y ya no había más. ¿Necesidades físicas? Menudencias...

Se asomó a la ventana buscando una salida alternativa. Era un tercero, lo sabía, pero dentro de todo aquel absurdo esperaba, quizá, el milagro de una escalera contra el alféizar. O, por qué no, un grupo de bomberos, como en las películas, sujetando una gran lona blanca con una diana pintada. La imagen le resultó hilarante y no pudo evitar reír mientras apartaba las cortinas para encontrar, no las escaleras ni los bomberos, sino el tejadillo rígido de una cafetería. Bueno, no era muy bueno en matemáticas, pero eso podría restar un piso, ¿no? Y uno no se mataba al tirarse de un segundo, ¿verdad?

Su ataque de risa, había provocado un par de improperios por parte de ella y una mirada fulminante del Gato, que ahora fijo que estaba convencido de su desequilibrio mental. La vio tomar aire para volver a la carga, pero desde el salón les llegó una voz profunda que a Sombra no se le hizo del todo desconocida.

- ¡Gonzalo Antares y Simón Figueiroa! Han de saber, señores, que están empezando a darme demasiados quebraderos de cabeza y empiezo a estar un poco harto de todo esto...

Sombra miró al Gato, interrogante. Le indicó con un gesto de cabeza la ventana alzando dos dedos de la mano derecha. Ella aprovechó el momento de silencio para empezar de nuevo a gritarle.

-¿Es que piensas suicidarte antes de contestarme?

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Sombra y Gato deciden:

a) Enfrentarse a Ella para que deje de gritar.
b) Salir de vuelta al salón y enfrentarse al hombre.
c) Saltar por la ventana y confiar en su buena fortuna.
d) Esconderse debajo de la cama.
e) ¿Otra cosa? ¿Qué? ¡Comentad!

8 de octubre de 2011

Encuesta capítulo 16


Estoy tirando a moribunda/enferma, y tengo millones y millones que hacer para el trabajo de las prácticas, así que no os voy a prometer nada. De todos modos intentaré tener el próximo capítulo para este fin de semana, ¿vale? Pero no os hagáis ilusiones... Ay...

3 de octubre de 2011

El último guerrero. - Teresa Juvé

Pasarán, pasarán y volverán a pasar. Los hombres, los días, el viento, y las luces y las sombras. El tiempo pasará. Y de todo lo que ha de pasar por encima de mí no podré ver nada y nada sabrá que yo estoy ahí, con el alma amarrada al cráneo con el clavo del ajusticiamiento. Pena de la vida terrenal y pena de la vida eterna, ésa es la maldita condena. Sin fuego que me despoje del envoltorio y me purifique el espíritu, ni para mí ni para ella. Y a mí qué más me da ella. A mí qué más me dará ese saco de carne líquida que oigo gemir al otro lado de mi mazmorra. Si al menos se callara...

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¿Qué libro he leído más veces? ¿Cuál? Ilusiones. Juan Salvador Gaviota. El guardián entre el centeno. Rebeldes. Morirás en Chafarinas. La flecha negra. Los tres mosqueteros. El último guerrero...
No lo sé.
Pero los seguiré leyendo. En realidad, no puedo evitarlo. Y no quiero hacerlo.

Icórbeles empieza este libro encerrado, esperando el ser ajusticiado. En esa espera nos mostrará su vida en una sucesión de imágenes de pasado y presente. Sus batallas, sus victorias, sus derrotas, sus mujeres, sus hermanos. Culchas, el primogénito pusilánime. Alertes, el fuerte, grande, maravilloso Alertes, el ejemplo a seguir (el impulsivo, el generoso Alertes). Ulúrbeles. Moerico. El amable e inteligente Aerno.

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Que negro está todo. ¿Me había adormecido? ¡Me he adormecido! A pesar del frío de la piedra en mi espalda que contagia de frío todo mi cuerpo, me he adormecido. Qué negro está todo, qué ruido de cadenas cuando muevo mi mano. ¿Dónde están, a qué distancia están las otras tres paredes de la mazmorra...? Mi espacio se ha quedado sin dimensiones y me angustia, me angustian las tinieblas que se aprietan a mí.
[...]
Los chorros del frío me recorren cuerpo abajo. Las cadenas tiran de mí hacia la tierra. Como aquellas otras cadenas, las de Alertes. Pero fueron cadenas solícitas y a lo lejos había luz en la boca de la cueva. [...] ¿Acaso he merecido yo a Alertes?


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En la portada, en el resumen, la definen como "una lucha épica, llena de ruido de cabalgadas, de desastres, de triunfos, de crueldad, de gozo de vivir y de amor."
La lucha de los íberos contra los romanos. Y la lucha de Icórbeles, ese último guerrero, contra el enemigo, consigo mismo y contra su destino.

2 de octubre de 2011

Capítulo 16 - Interrogatorio

-Pues verás... Oye, espera. ¿Que te cuente qué? Eres tú la que tiene que empezar a largar...

Miró al Gato en busca de ayuda. El otro fue seco y directo.

-¿Quién envía el paquete? No trabajas para ninguna mensajería, ¿verdad?

Su respuesta fue un largo trago a la botella de cerveza y una mirada indolente y cansada. Rebuscó en los bolsillos y le hizo un gesto a Sombra para que le acercara el bolso que había debajo de un cojín. De él sacó la cartera y una tarjeta identificativa. De una mensajería. La leyó en voz alta con una sonrisa triunfal y la metió de nuevo en la cartera, tirando el bolso a un rincón.

-¿Contentos?
-No.

Contestaron a coro, como si lo hubieran ensayado.

-¿Quién envía el paquete?
-¿Por qué habría de saberlo?
-Deberías tener un recibo, ¿no? Remitente y esas cosas...

Sombra se apoyó el en respaldo, paseando la mirada de uno a otro. El Gato la interrogaba sin quitarse las gafas de sol, a pesar de la penumbra del lugar, solo porque le ocultaba los golpes y se sentía más chulesco y seguro detrás, lo sabía. Sombra pasó a analizar a la chica mientras esta hacía un gesto desabrido con la mano, quitándole importancia a las palabras del Gato. Era mona. El pelo azul y los agujeros no le restaban carisma.

-Se quedó en la oficina.
-Podemos registrarla.

Sombra sonrió al Gato, que lo miró como pidiéndole silencio. No era momento de bromas. Intentó acomodarse. Tarea imposible. Además se estaba muriendo de hambre, no había comido nada desde el desayuno y ya debía ser media tarde. Apoyó un brazo sobre su estómago cuando un ruido en una habitación al fondo le alertó. Se puso rígido en el asiento y notó como el Gato hacía lo mismo. Ella, en cambio, hizo como que no había oído nada.

-Registradme si queréis. -Sonrió a Sombra con toda la picardía que guardaba en su menudo cuerpo. -No sé quién manda el paquete, así que no vais a sacar nada en limpio.

El Gato la miró. La maltrecha mente de Sombra lo imaginó erizando el pelaje y afilándose las uñas contra el borde del sofá.

-Déjate de estupideces, Carla. Quién. Y por qué.

Sombra dio un respingo, sorprendido. Ella suspiró y cogió el móvil de nuevo. Pulsó un par de botones y ya lo tenía en la oreja.

-Están en mi casa. -Un breve silencio. -Porque he dicho están. -Un silencio aún más breve, milimétrico. -Vale, espero.

El Gato se levantó de un salto, mirando a Sombra.

-¿Pero qué coño?
-Bah, no os preocupéis... Ahora vendrán a buscaros y contestarán a todas vuestras preguntas. ¿No queríais eso?

En la habitación del fondo volvió a oírse el mismo ruido, como un quejido ahogado, y Sombra se puso en pie junto al Gato.

-Me cago en la sota de bastos y el tres de picas...
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Sombra y Gato, llegado este momento:
a) Esperan a que los vayan a buscar y respondan a sus preguntas.
b) Huyen de nuevo. (Y Sombra aprovecha para buscar dónde comer.)
c) Van a investigar qué es el ruido ese.
d) ¿Otra cosa? ¿Qué? ¡Comentarios comentarios comentarios!

Encuesta capítulo 15

21 de septiembre de 2011

21 de septiembre

Día Mundial del Alzheimer.

(Si queréis saber algo más, aquí tenéis la página de la Fundación del Alzhéimer de España.)

Bailaré sobre tu tumba - Siniestro total

Nada más que añadir. =)

20 de septiembre de 2011

Capítulo 15 - La mensajera

- Creo que, de meterme en la boca del lobo, prefiero hacerlo con un gato con las garras afiladas al lado...

El Gato le obsequió con su mejor sonrisa de perdonavidas tras las gafas de sol y cerró la capota del Mercedes. Salió al tiempo que Sombra y cerró el coche, que les despidió con alegre pit-pit.

-Anda, vamos.

Subieron las escaleras. Eran dos pisos (¿de nuevo dos pisos?). Sombra tuvo una ligera sensación de alarma al darse cuenta, pero aún así decidieron pasar del ascensor de modo tácito, tal vez porque a ninguno de los dos les apetecía encerrarse cuando se sabían camino de una trampa.

Al subir los últimos escalones, Sombra, que iba delante, sacó el móvil para llamarla y preguntarle la puerta, pero entonces la vio. Les estaba esperando en el rellano, sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Estaba jugando con el móvil, y parecía aburrida. Con su pelo corto y sus mechas azules. Los mismos vaqueros raídos y una camiseta negra aún más ajustada y corta que la de la mañana. Y los mismos piercings. Sombra no pudo evitar conectar los rayos X de nuevo, pensando, tras la neblina de la resaca, dónde más estaría agujereada.

El Gato estaba enterado de su malsana obsesión, así que se le acercó para susurrarle al oído.

-Apuesto dos botellas de ron a que tiene otro en el ombligo. Y ninguno más.

Fue más o menos en el instante en que Sombra susurraba un quejumbroso "y dos cajas de aspirinas" cuando ella levantó la cabeza y los miró. Hizo un gesto de desagrado absoluto al ver al Gato y se levantó del suelo, apoyando la mano libre en la pared, sacudiéndose luego los pantalones con ella. La otra la mantenía bien sujeta al móvil.

-Llegas tarde.

Hizo amago de acercarse a una de las puertas, pero volvió a mirarlos y abrió el piso de al lado, invitándolos a entrar con un gesto de la mano.

-Tú primero.

Los precedió encogiéndose de hombros, sacando la llave de la cerradura. Se la tiró a Sombra tan pronto traspasó el umbral.

-Cierra. No hacía falta que te trajeras a la niñera, ¿sabes? -Desapareció apenas unos segundos en uno de los cuartos y salió con una cerveza en la mano. Se sentó en un desvencijado sofá. -¿A qué coño has venido? ¿Eh?

Sombra observó el piso, o lo que podía ver de él. Estaba aún peor de lo que podían estar sus neuronas en ese mismo momento. Era un lugar oscuro y pequeño, y todos los muebles ya eran viejos antes de él nacer. Había varias revistas tiradas en el suelo, un par de botellas de cerveza se sumaban en la mesa a la que dejó la muchacha y una prenda de ropa sin identificar yacía en un rincón. El sofá donde se sentaron él y el Gato estaba machacado y descolorido, y tenía varias manchas en las que prefirió no pensar.

-Pues verás...

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Sombra...

a) Decide sincerarse y le cuenta todo a la muchacha.
b) Le hace un interrogatorio en tercer grado.
c) Le da el turno de palabra al Gato que sabe más.
d) Se hace el avión y le tira los trastos.
e) ¿Otra? ¿Cuál? ¡Dejadme comentarios!

9 de septiembre de 2011

La tinta callada

Quería escribir, como siempre, pero la fuente de sus ideas se había secado, igual que las hojas del pasado otoño, del próximo otoño. Se marchitaron las historias y se volvieron polvo, que voló con el viento, como en una canción, a través del tiempo.

Tenía los dedos llenos de tinta y el papel en blanco. Otra vez. Como siempre. Porque ese era su nuevo siempre. El sueño se esfumó con Ella. Y Ella no iba a volver. No la dejaría volver.

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(Otro pedacito de nada, mientras no tengo capi nuevo...)

(Con permiso de La Dama del Alba... Y si no me lo da... Sorry, darling... Ahora ya es tarde...)

Encuesta capítulo 14

Parece ser que al final suben juntos...











Bueno, ya sabéis... Intentaré tener el próximo capítulo en breves...

2 de septiembre de 2011

Capítulo 14 - Cámara de fotos

Le repitió de memoria la dirección de la mujer y el Gato negó con la cabeza mientras aceleraba.

-Vas directo a la boca del lobo... ¿La bolsa?

Tras ponerse el cinto, Sombra vació el contenido de la bolsa en su regazo. Por el peso ya se había imaginado el contenido. El tan familiar peso de su Nikon D60.

-Bueno, así ya no tienes que comprar otra... ¿Sigue funcionando?

-Veamos... Encender enciende... y... ¿No reconoce la tarjeta? ¡Mierda!
-¿Qué?
-¡No está!
-¿El qué?
-¡La puta tarjeta de memoria!

Se sujetó el pelo con una de las manos, desesperado. Ya estaba harto. Que les dieran a la puta tarjeta, el fiambre, a la mensajera y a la madre que los parió a todos. El Gato apartaba la mirada de la carretera de vez en cuando para mirarlo.

-A ver, angustias, tranquilízate... ¿No hay nada más en la bolsa?
-Pues... La cámara, la entrada de un local... un par de nueces... y un recibo de Correos.
-¿Un recibo de Correos? Pues ahí tienes tu tarjeta. Espera, ¿has dicho nueces?
-¿Crees que mandé la tarjeta a algún lado? ¿A dónde? ¿Y qué diablos hace Correos abierto a las...? ¡La leche! ¿Llegué tan tarde a casa?

El Gato se inclinó sobre el recibo, dando un volantazo.

-Temprano. A eso en mi casa se le llama temprano. -Dio un frenazo, aparcando con una maniobra cargada de chulería, y le hizo un gesto con la cabeza hacia el edificio más cercano. -Fin del billete.

Sombra miró el portal con desgana.

-Es el tercero no-se-qué. No sé si me lo dijo. -Se rascó la nuca maldiciendo una vez más la resaca. -Creo que voy a tener que llamarla de nuevo para preguntar la letra.
-¿Quieres que vaya a hacerte compañía o te vales tú solito? ¿Y de dónde coño sacaste esas nueces?

---
Y entonces...
a) Sombra le pide que le acompañe.
b) Sombra le echa un par de... nueces y sube él solito.
c) Sombra se echa atrás y le dice que mejor van a Correos a preguntar.
d) Sombra... ¿Qué hace Sombra? ¡Cuéntamelo, please, que estoy parca de ideas!

25 de agosto de 2011

Encuesta capítulo 13

He ahí los nuevos resultados.
En breves, cogeremos la carretera hasta su casa.  ;)



22 de agosto de 2011

Bitter:Sweet - Dirty Laundry

Una canción para amenizaros el último día de votaciones.
No recuerdo muy bien cómo llegó a mí esta canción, pero es la primera que escuché de este grupo y me encanta.


17 de agosto de 2011

Capítulo 13 - La bolsa

- Creo que no me conviene volver a ese piso, Gato... me ha visto mucha gente y los tipos que me persiguieron gritaron que era un ladrón. Apuesto a que alguien aún me reconoce.

El Gato asintió y miró a los otros dos.

-¿Os podríais ocupar vosotros? Si veis que hay algún problema os largáis enseguida. No quiero heroicidades. No pienso ir a salvarle el culo a ningún gallito. -Miró a Sombra. -No a nadie más.
-¿Piensas ir con ese gilipollas?

Gato asintió y ordenó a Sombra que les diera la llave, cosa que hizo al punto, tendiéndoles la cajita blanca.

-No deberías hacerlo, Gato.
-Y vosotros deberíais estar largando ya para esa casa y cerrando la boca... -Se llevó una mano a los ojos. -Por favor... -Y les dedicó su mejor sonrisa de cine. -Y ahora tú... espero que todo sea cierto y que no me guardes otra... Más te vale. Vamos. No tenemos tiempo que perder.

Salieron de la casa y se metieron en el Slk del Gato. Para Sombra, montarse en el mercedes plateado del Gato era casi un acto religioso. No le gustaban los mercedes, pero aquel tenía el mismo aire chulesco de su conductor, que bajó la capota y lo miró con aire cansado.

-¿A la estación?

Sombra asintió, poco convencido. Re-sa-ca.

-Deberías aprovechar e ir llamando a la mensajera esa...

Sacó el número y marcó los seis dígitos maldiciendo los pitidos de las teclas. Ojalá el Gato le hubiera dejado tomarse esas aspirinas... Nada. Volvió a marcar. Al tercer tono, una voz de mujer contestó. Sonaba molesta.

-Allô.
-Este... hola... Soy... -Miró al Gato buscando ayuda pero estaba concentrado en la carretera, o al menos eso aparentaba. -¿Me has traído un paquete esta mañana? A nombre de Sombra. Me dejaste este número.

La chica tardó unos segundos en contestar.

-Pásate por mi casa.

Y le dio una dirección y colgó. Sombra miró al Gato, que ya aparcaba en la estación.

-Que vaya a su casa. -Y le repitió la dirección.
-No me jodas, Sombra... Vamos a por la mierda esa de la consigna y ya veremos.

Sombra tuvo que hacer uso del resto de su dinero y de parte del del Gato para sacar la bolsa que correspondía con el ticket. Era una bolsa negra y opaca, plástica, bastante grande. Y tenía publicidad de una tienda de ropa. No llegó a abrirla. De soslayo reconoció a uno de los tipos de gimnasio del piso.

-Gato...

Le hizo un gesto con la cabeza y él asintió. Se volvieron y se acercaron a la puerta, para echar a correr hacia el coche. El Gato saltó la puerta antes de abrir, siquiera, como recién sacado de una película. Cuando Sombra cerró la puerta ya estaba arrancando, y el tipo del gimnasio les estaba dando alcance. Llegó tarde.

-¿A dónde?

---
a) ¿A un sitio alejado para inspeccionar la bolsa?
b) ¿A la casa del Gato de nuevo?
c) ¿A casa de la mensajera?
d) ¿Vuelven a la estación a interrogar al tipo?
e) ¿Otra? ¿Qué? ¡Cuéntamelo!

(PD: Perdonad el retraso... Pero, como habéis podido comprobar, ando un poco carente de imaginación estos días...)

8 de agosto de 2011

Encuesta capítulo 12

No sé por qué ahora no me salen las encuestitas monas como antes, para copiar y pegar... pero bueno. Los resultados de este capítulo son:

1 voto para que vayan al piso del difunto.
4 votos para que tiren hacia la estación.
0 votos para que vayan al piso de Sombra.
3 votos para que llamen a la mensajera.
1 voto para "otros".

¡Próximo capítulo en breves!

27 de julio de 2011

Capítulo 12 - Distintas versiones

Sombra tomó aire con fuerza y asintió.

-Vamos dentro...

Temía cruzar el umbral, de algún modo. Pero también, de algún modo, era el Gato y no podía evitar sentirse en casa allí. Vale que el apartamento del Gato hacía sentirse en casa a cualquiera... pero era diferente. Se dejó caer en el sofá, bajo la mirada amenazante de los dos colegas que ya estaban allí.

-¿Quieres tomar algo?

Era una pregunta retórica. El Gato ya estaba llenando de ron un vaso de tubo. Sombra contaba con los dedos.

-¿Cada cuanto tiempo se puede tomar una aspirina?
-¿Cuántas llevas?
-Creo que... tres. O cuatro.

El Gato lo miró fijamente, analizándolo unos instantes antes de apartar el vaso que le tendía. Le dio un trago antes de dejarlo sobre la mesa.

-Igual deberías parar. -Le tiró un par de hielos con la mano, que Sombra frenó y recogió malamente, y una botella de agua que le golpeó el pecho. Con fuerza. Argh. Y se sentó en el otro sofá, frente a él. -Venga. Empieza a largar.

Sombra se pasó el hielo por la nuca. Ayudaba un poco. Poco.

-Una o dos más no me van a matar... -La mirada de Gato le decidió a no seguir por ahí. -Vale... No hay mucho más que contar. No recuerdo nada de anoche. Igual deberíais empezar vosotros por ahí... Vamos, Gato, sabes que yo no te pegaría. No soy tan idiota. Debía estar... drogado o algo.
-Estabas prácticamente sobrio aún. No tienes excusa. -El moratón del ojo no sumaba grados al frío de su mirada. Estaba más helada que las dos piedras que Sombra sujetaba contra su nuca. -Llegamos al Delirium, pedimos, y al rato llegó el pirado aquel, te dije que era mal tipo y no me hiciste puto caso. Os fuisteis a hablar al baño como dos buenas amiguitas y al rato apareciste, me golpeaste, te golpeé y te largaste a la carrera con ese hijo de puta. Tienes suerte de ser mi amigo... o de haber sido mi amigo, Sombra. He estado a esto -juntó el pulgar y el índice a la altura de sus ojos- de pedirles que te las devolvieran una a una. Con intereses.

Sombra se echó hacia atrás, cerrando los ojos. No los abrió para hablar, sino que se quedó así, derrotado, jugando con el hielo.

-No me acuerdo de nada, en serio. Me levanté esta mañana con la peor resaca de mi vida, me trajeron el paquete con la dirección y las llaves, fui pensando que sería algún tipo de broma o de movida tuya y me encontré al fiambre que, te juro que sigo sin saber quién coño es, y a la pasma en la puerta. Salí de allí en cuanto se despistaron y en la puerta me esperaban cuatro tipos. Corrí, subí al bus, cogí un taxi y aquí estoy. Y no tengo ni puta idea de qué ha pasado.
-¿No tienes fotos de anoche?
-No.
-Mucho me extraña.

Sombra se echó hacia alante con un suspiro, mirándolo por fin.
-Perdí la cámara pequeña.
-Muy conveniente.
-En serio... Bueno, tengo esto. -Sacó las fotos que había cogido en el piso y las dejó sobre la mesita, junto a los vasos de los otros dos, que escuchaban en silencio. -Son buenas, ¿eh? Pero no son mías. Las tenía el cadáver en la mesa del salón. -El Gato las cogió y torció la boca. -Ah... y esto... -Sacó el tiket de la consigna y se lo tendió.

El Gato le dio la vuelta al papel, separando el que lo acompañaba.
-¿Y el número?
-De la mensajera. La que trajo el paquete.
-¿Te la tiraste?
-¡No! Me lo dio...
-¿Y por qué diablos te iba a dar su número? -Alzó una ceja.
-¡Y yo qué sé!
-¿Llamaste?
-No...

El Gato se quedó mirando las fotos y los papeles un buen rato, en silencio, mientras los otros dos cuchicheaban.

-Vale... Podemos... Alguien tiene que ir al piso a borrar tus huellas, porque apuesto a que has dejado todo hecho un cisco... Y necesitamos ver si tienen más fotos por ahí. Con suerte la policía no iba allí por el cadáver y no han revisado aún el piso... ¿Sigues teniendo la llave? -Sombra asintió. -Creo que deberíamos recoger lo que sea que dejaste en la consigna y... Y deberíamos buscar tu cámara... ¿Y llamar a la zorra esa de mensajería por si sabe algo?

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Decisiones, decisiones, decisiones... ¿Por dónde empezamos?

a) Se van al piso del muerto.
b) A la estación de tren.
c) Al piso de Sombra.
d) Llaman a la mensajera.
e) ¿Otra? ¿Cuál?

20 de julio de 2011

Encuesta capítulo 11

No tengo muy claro qué le pasó a la encuesta estos días. Primero no aparecían los votos, ahora de pronto aparecen todos, sale un cuadro chiquitajo... qué sé yo...

El caso es que ha terminado el tiempo de votación (ya hace, lo sé) y los resultados que da (ya contaba con contabilizar los votos a mano alzada, pero dado que el resultado final no varía...) es de 12 votos totales, 11 a la opción a y 1 a la b.

En algún momento estos días tendréis el próximo capítulo. No desesperéis, para eso ya estoy yo. ;)

11 de julio de 2011

Capítulo 11 - La pelea

-¿Qué coño te ha pasado?
-¿Me tomas el pelo?

Sombra parpadeó en silencio, aún asimilando los golpes de su amigo. Sea quien fuere el que le había hecho eso, había sido un estúpido. Nadie se metía con el Gato y salía indemne. Si era cuestión de contactos, el Gato ganaba al más pintado.
Pero en ese momento lo miraba fijamente y levantaba una ceja, en ese gesto chulesco que tan bien tenía ensayado. Solo que nunca lo había ensayado en semejantes condiciones, así que lo siguió otro de dolor.

-¿De verdad no tienes ni idea?
-No. -Sombra se frotó los ojos. Necesitaba beber algo. Y comer algo. Y dormir. Veinte o treinta horas. Y otra media docena de aspirinas. -Ya te dije que no recuerdo absolutamente nada después de la cena.  ¿Quién fue tan imbécil como para hacerte eso?

Acompañó la pregunta con un gesto de la mano hacia él, que el Gato debió malinterpretar, puesto que retrocedió un paso. Aún así lo miraba incrédulo.

-Tú, Sombra. El imbécil fuiste tú.

Y tal cual de imbécil debió de quedársele la cara, puesto que el Gato le dio paso a la casa.

-Anda, entra. Pero te lo advierto: hay más gente dentro. Si te pones tontito no duraré en decirles que te peguen tal paliza que no la olvidarás en tu vida, ¿de acuerdo?

La sonrisa del Gato. La sonrisa de "no la olvidarás en tu vida" del Gato. Algo enturbiada por culpa del corte del labio, pero seguía siendo su sonrisa, la que ponía antes de arruinarle la vida a alguien. Genial.

A Sombra no se le ocurría ningún motivo lo suficientemente plausible como para querer jugárselo todo metiéndose con el Gato. No conocía a nadie lo sificientemente estúpido como para eso. Pero es que además, el Gato era su mejor amigo, era su amigo desde hacía siglos. El Gato y su Sombra. No tenía el más puto sentido.

Y sin embargo, explicaba perfectamente lo dolorido que se encontraba, los moratones que le pareció verse en la ducha... Se llevó la mano a la nuca, frotándosela, intentando pensar. Estaba desconcertado, de nuevo sin saber qué hacer, mientras que la encantadora sonrisa del Gato brillaba en casi todo su explendor.

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Vuestro turno.

Sombra...
a) Respira hondo y entra en la casa.
b) Respira hondo y le dice al Gato que mejor hablan fuera.
c) Le dice al Gato que se dejó algo encendido y huye a casa.
d) Otra. ¿Cuál? Comentarios aquí.

10 de julio de 2011

Encuesta capítulo 10

Por un momento me asustasteis con ese triple empate... Pero está bien está bien... preguntaremos al Gato... =P

4 de julio de 2011

Rojo miedo.

Como os he tenido un poco abandonadillos allá atrás con el lío de los exámenes (¡¡¡aprobé todos!!!) y todo eso, os dejo aquí, en pago, otro de esos pedazos de nada, otra ida de olla de estas mías, mientras esperáis al próximo capítulo.

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Entró, con bermejos regueros de sangre recorriéndole el rostro, como lágrimas macabras de penas insondables. Mi sangre. Tu sangre.
Entró y no dijo ni media palabra, mirándonos tan dulce que el diablo se convirtió en ángel y engañó nuestras almas. Y nos miró, tan triste, que nos compadecimos del asesino y lloramos con él. Mis lágrimas. Tus lágrimas.
Nos quisimos esconder de su embrujo en la oscuridad, pero la oscuridad lo amaba y nos mostró desnudos a sus ojos, más hermosos que la noche, refugio de esa oscuridad misma donde soñamos refugiarnos. Mis ojos. Tus ojos.
Y nos abrazamos, temblando como niños, con la súplica prendida de nuestros labios cansados que no sabían ya obedecer y apenas hacían más que clamar su nombre. Mis labios. Tus labios.
Y lloramos mientras se acuclillaba junto a nosotros y nos tomaba de la mano, con sus manos de niño travieso, y nos sonreía de nuevo y nuestro corazón, bombeando el metal de nuestra sangre, se volvía a rendir a su voz. Mi miedo. Tu miedo.
El miedo.

2 de julio de 2011

Capítulo 10 - Heridas de guerra

Dio un par de vueltas al recibo de la consigna, incrédulo.

- ¿Y esto...?

Lo guardó junto con el número, comprobó que le quedaba algo de dinero (10€ y algunas monedas. Y aún sin comer. Planazo.) Y paró al primer taxi que, por fortuna, pasó por allí con la luz verde encendida. No era un gran coche, el conductor iba demasiado rápido y era un poco borde, pero visto lo visto...
Dio la dirección de casa del Gato (lo conocía lo suficiente como para saber que no iba a seguir en la tienda esperándolo) y se recostó en el asiento, rogando que el conductor decidiera bajarle el volumen a la maldita radio y que el taxímetro no subiera de los 10€ de marras. No lo hizo. Ni el conductor, ni el taxímetro. Lo cual ya era algo...

Llamó al timbre de la casa y oyó la llave descorriendo el cerrojo, demasiado tiempo después de que se oscureciera la mirilla. No le daba muy buena espina, la verdad. Pero bueno, ahora el Gato aparecería en el umbral, con su cara de estrella de cine perdonavidas y su aire de divo fantástico y...
Y Sombra se quedó congelado cuando la puerta se abrió.

Las gafas de sol no ocultaban totalmente el ojo amoratado, y el corte que lucía en el labio desmejoraba mucho la imagen de galán de su mejor amigo.

El Gato hizo un gesto con la mano, menos ágil de lo normal, como dolorido, bloqueándole la entrada y suspirando agotado. Al menos seguía siendo capaz de cargar un gesto tan sencillo de una dosis de desprecio absoluto, algo quedaba del Gato original...

- ¿Es que no he sido lo suficientemente claro, Sombra? ¿A ti qué coño te pasa?

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Flipa. El intocable Gato, apaleado. Ahora sí que Sombra está descolocado...

a) De modo que, pasando de todo, le pregunta sobre sus heridas.
b) Si es que ya no puede más... Sombra le cuenta todas sus desventuras, allí mismo, en la puerta.
c) Sombra desespera. Se vuelve a casa corriendo para meterse en la cama.
d) Decide hacerse el longuis, ignorar las heridas del Gato e intentar entrar en la casa.
e) ¿Otra? ¿Cuál? Estáis tardando en comentar.

Encuesta capítulo 9

He aquí los resultados de esta semana. Por lo visto, Sombra ha decidido volver junto al Gato (si es que siempre vuelve, voy a empezar a pensar mal de él... Tanto hablar de "ella" y luego... Tsk... )


¿Preparados para seguir corriendo?

25 de junio de 2011

Capítulo 9 - El sueño

Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás apoyándola en el asiento. Estaba agotado. No había sido un día agradable, menos aún para llevarlo con semejante resaca.
No entendía absolutamente nada. No sabía de dónde había salido aquel cadáver, qué había pasado la noche anterior, qué coño le pasaba a Gato y, ya de puestos, qué coño le había pasado a él. Había rechazado una cita con Ella, había estado haciéndole fotos a un cadáver (tanteó la cámara para comprobar que seguía colgada de su hombro), había huído, sí, podía decirse que había huído de la policía y lo habían perseguido cuatro tipos y luego, además...

El ruido del bus se fue tamizando poco a poco...

Negro.

Silencio.

Tarja baila sobre una mesa, poco vestida, mientras a su alrededor, una marabunta de gente aplaude. Hay copas, muchas copas sobre la mesa, tanta que le sorprende que no tire ninguna al bailar. Alguien vacía un vial en una copa.
Una copa para una chica rubia y una joven con el pelo corto, mechas azules y varios piercings le sonríe.
-¿Quieres una copa, guapo?
Y la cerveza es muy amarga, tanto que acaba por escupirla al suelo.
Hay una calle mojada y Tarja ya no es Tarja, es un tipo con una pistola y el Gato está frente a él.
-Lo haces tú o lo mato yo.
Pasan los trenes y hay un puñado de fotos sobre una mesa y...

Alguien lo estaba sacudiendo.

-Oye, chico, si buscas un sitio donde dormir, te pagas la habitación en un hotel, esto no es una pensión.

Sombra parpadeó, aún medio dormido.

-Si no, te bajas del bus y si quieres volver, pagas otro billete.
-¿Pagar qué?
-El viaje. Anda, largo de aquí.

El conductor seguía teniendo cara de malas pulgas así que se bajó del bus. Aún tenía el número de la mensajera en la mano así que sacó la cartera para guardarlo. Dentro, se encontró con un recibo de la consigna del tren.
Hacía años que no viajaba en tren.

----
Sombra entonces...

a) Se busca un bus (o taxi) para ir a la estación de tren.
b) Prueba suerte con la mensajera.
c) Lo intenta de nuevo con el Gato.
d) Se vuelve a casa a dormir de una dichosa vez.
e) ¿Otra? ¿Cual? Contádmelo, a mí los exámenes me tienen sin ideas.

Encuesta capítulo 8

¿En qué momento se me ocurrió pensar que Sombra no daría ese viaje en bus?

Os pido mil perdones por haber tardado tanto, pero como excusa diré que tenía exámenes, que me fui toda esta semana a Zamora a hacerlos y no había internet y que de momento he aprobado dos de los tres exámenes que fui a hacer...
Mañana la continuación.

4 de junio de 2011

Capítulo 8 - El 17

Saltó al autobús justo cuando se estaban cerrando las puertas. Pasó por alto la mirada furiosa del conductor y sus quejas, mientras sacaba un par de monedas del bolsillo y las tiraba sobre el mostrador, dando saltitos nerviosos. Tan solo murmuró un "lo siento, tengo prisa" entre jadeos. Estaba hecho una mierda, ya no tenía edad para correr así... El conductor arrancó, sin echar una ojeada a los tipos que seguían a Sombra, rebuscó entre las monedas y le tiró el cambio sobre el mostrador, con un mal gesto. Una de las monedas rodó y cayó al suelo. Sombra decidió dejarla allí. No era tanto dinero, no valía la pena. Y si se agachaba, estaba seguro de que acabaría en el suelo.

Al dirigirse a los asientos aún vio a los tipos (cuatro tipos) correr unos metros tras el autobús y hacer gestos hacia él. Fijo que estaban mentando a la madre del conductor. Durante unos instantes le dieron pena. Habían perdido el bus... Luego, recordó que lo estaban siguiendo y casi sonrió.

-Joder, Sombra... te estás compadeciendo de un puñado de matones que quieren darte una paliza... ¿Qué coño has bebido?

El móvil empezó a sonar por tercera vez mientras se dejaba caer pesadamente en un asiento. La mujer de al lado le envió una mirada fulminante cuando casi se sentó (desplomó) sobre su bolsa de la compra. ¿La bolsa había pagado billete? No, ¿verdad? Pues él sí... Delante, un chico con los cascos puestos lo miraba divertido. Si aún se iba a estar riendo de él...

Se echó hacia atrás y levantó la cadera para sacar el teléfono del bolsillo. Junto con el teléfono, sacó un papel doblado al que apenas hizo caso.
Gato.

-¿Se puede saber dónde coño te has metido? Llevo la vida esperándote.
-Estoy en el 17.
-¿Qué?
-En el bus. El 17. ¿Tienes idea de a dónde va?

Se oyó como un suspiro al otro lado del teléfono.

-Sorpréndeme.
-Te lo estaba preguntando. -Se giró intentando mirar por las ventanillas. El autobús había enfilado en dirección oeste. -Creo que voy en dirección contraria.
-¿Y se puede saber qué coño haces en bus en dirección contraria? ¿Tú te has propuesto acabar conmigo o qué? Mira, anda... a ver si tenemos suerte y esa línea te lleva directamente a la mierda.

Y colgó.
Qué bien, no había pasado ni medio día y ya se había empezado a acostumbrar a eso de que le colgaran...

Se echó hacia delante, sujetándose la cabeza con las manos, mientras la mujer de al lado seguía refunfuñando. Había comprado pescado, podía olerlo. Volvía a tener náuseas. El papel, que aún sujetaba en la mano, le hizo cosquillas y lo desdobló para mirarlo. Había estado jugueteando con él durante la llamada. Era el número de la mensajera. Lo había olvidado por completo.

----
¿Qué hace Sombra?

a) Baja del bus y vuelve a casa a buscar la cámara.
b) Baja del bus y va a la tienda del Gato.
c) Baja del bus y llama a la mensajera por si sabe de qué va el tema.
d) Se acomoda en el asiento y se hace la línea del 17.
e) Otra. ¿Cuál? ¡¡Cuéntamela!!

25 de mayo de 2011

Encuesta capítulo 7

Sí, lo sé, voy retrasada y todo eso...
Pero estamos de exámenes, dadme un respiro, que no doy... no doy...

La encuesta de este capítulo (ya iba a escribir mes...) se cierra tal que así:


En breves procuraré ofreceros el próximo ;)

16 de mayo de 2011

Capítulo 7 - La plaza

Dos pasos rápidos a la derecha. Dos a la izquierda. Los dos tipos (altos, anchos de hombros, camiseta sin mangas, músculos marcados, cual sacados del anuncio de un gimnasio) le cerraban el paso allá dónde se moviera.

-Llevas una cámara muy bonita…

Pensó en señalar tras ellos gritando cualquier estupidez, un “mirad, es Richard Clayderman” o algo por el estilo, y echar a correr, pero era todo ya demasiado absurdo así que decidió, simplemente, echar a correr.
Atravesó la carretera esquivando los coches aparcados. ¿Qué otra cosa podía hacer? No le atropelló un coche de puro milagro y el frenazo de otro le puso los pelos de punta. Tenía buenos frenos, buenas ruedas, vaya, eso era innegable. Apoyó la mano en el capó gris al tiempo que el coche se detenía y los pitidos histéricos le atravesaron dolorosamente el cerebro.
No se paró a escuchar las imprecaciones del conductor, por supuesto. Los dos tipos de gimnasio ya corrían detrás de él y, a juzgar por la cantidad de pasos golpeando el asfalto a sus espaldas, no eran los únicos. No quiso girarse a mirar. Simplemente, corrió calle abajo todo lo que le dieron las piernas, sin saber muy bien hacia dónde tirar.
Por si no fuera bastante, le empezó a sonar el móvil.
Tropezó con una pareja que venía de frente y los oyó maldecir a sus espaldas. Alguien gritó algo tipo “¡ladrón!”, y de pronto se sintió el centro de las miradas y la agresividad de la gente de la calle. Vio a una señora levantar el bolso para atizarle al pasar, incluso. Derrapó al llegar a la plaza, tropezando con el bordillo de la acera, manteniéndose en pie de puro milagro.

-Vale, Sombra, bien, la plaza…

Al menos ahora tenía una mínima idea de dónde estaba. Como a medio kilómetro de su casa, cogiendo la calle hacia el norte, y a un kilómetro de la tienda del Gato, hacia el este. No es que fuera un genio de la orientación, pero era fácil reconocer los puntos cardinales cuando en el centro de la plaza había una gran rosa de los vientos.
También había un autobús en la parada. El 17. Estaba pensando en que no recordaba haberlo visto en su vida, cuando el móvil, que al fin se había callado, volvió a empezar a sonar, poniéndole banda sonora, de nuevo, a los pasos de sus perseguidores.
Por la mente de Sombra apenas pasó una palabra. Y ni siquiera podía considerarse como tal.
Argh 

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Esto empieza a superar al pobre Sombra... ¿Qué hace ahora?

a) Sigue corriendo hacia su casa.
b) Sigue corriendo hacia la tienda del Gato.
c) Se sube al autobús, confiando en que los otros no lo hagan.
d) Se para en la plaza y contesta al teléfono.
e) Otra cosa. ¿Cuál? ¡Contádmela aquí!

13 de mayo de 2011

Encuesta capítulo 6

Pues parece que blogger anda un poco idiota, porque me borró la entrada de ayer y hoy no me dejaba acceder...

Os dejo, de momento, el resultado de la encuesta.

Agrego también el contador de visitas, que me pareció un número muy bonito (estuve por actualizar la página, a ver si me contaba uno más =P )





12 de mayo de 2011

12 de mayo

Día de la fibromialgia.

Sé que os doy la vara todos los años, pero nunca está de más informarse un poco.

(A la noche o mañana, capi nuevo, blablabla)

3 de mayo de 2011

Capítulo 6 - La huída

-Vamos, Sombra... No te pongas nervioso...

Respiró hondo y se recolocó la bolsa de la cámara, acercándose a las escaleras. Ya había bajado el primer escalón cuando se paró en seco. Sacó la cámara y le quitó la tarjeta de memoria. Se la guardó en un bolsillo, pero a su mente llegó la imágen de alguna película o algún libro o... o tal vez tan solo fuera una estupidez momentánea causada por la resaca y el miedo, pero la sacó inmediatamente del bolsillo y se la escondió en el calcetín.

Se puso las gafas de sol y bajó los escalones con cuidado, intentando mostrarse indiferente. Difícil. Notaba cómo le sudaban las manos y no podía dejar de temblar. Y seguía teniendo náuseas y seguía teniendo resaca y...

Le pararon tan pronto puso la mano en la puerta. Por un momento, viendo cómo discutían con una de las vecinas en la puerta, pensó que iba a librarse, pero una mano sobre su hombro le quitó toda esperanza.

- Disculpe, ¿podría respondernos a unas preguntas?

La mujer empezó a gritar algo sobre acoso y abuso de la autoridad cuando el otro guardia le pidió que le enseñara el bolso. Sombra suspiró y accedió.

- ¿Vive en el edificio?

- No, estaba de visita. -Mierda, Sombra, mierda... ¿De visita a quién?

- ¿A quién vino a visitar?

En ese momento, otra mujer salió del ascensor y enseguida se unió a las quejas de la primera. El guardia dejó a Sombra para intentar poner paz y éste aprovechó para huir. Las dos mujeres gritaban tanto que pensó que de esa vez le estallaba el cerebro, pero tuvo que agradecerles, mentalmente, su intervención. Se escabulló por la puerta y echó a caminar calle abajo. Pensó que sería menos sospechoso que correr y... vaya. Y tampoco se sentía capaz de ello...

Giró la esquina y se encontró de frente con dos tipos que enseguida le sonrieron y le cerraron el paso. Quiso esquivarlos, pero ellos se movieron, volviendo a ponerse frente a él.

- Genial...

-----

¿Cómo se libra de ellos?

a) Gira hacia la carretera y cruza corriendo.
b) Da la vuelta.
c) Se mete en una pelea.
d) Otra cosa. ¿Cuál? ¡Cóntádmela!

(Lo siento, estoy un poco cansada y carente de imaginación con esto de los exámenes. Pero en cuanto acabe prometo ponerme las pilas.)

29 de abril de 2011

Encuesta capítulo 5

Uuuufff...
Por un momento me asustasteis... Me habéis tenido en vilo hasta el último momento, sin saber qué íbais a decidir... =P

Pero, al final, este es el resultado.



La continuación, mañana o pasado. Exámenes y esas cosas, que me tienen un poco agobiada... 

PD: ¡¡Hala!! ¡¡Más de mil visitas!! No me lo puedo creer...

23 de abril de 2011

Capítulo 5 - Las fotos

Colgó aún más asustado, si eso era posible, y aún sin saber qué hacer.

- Vamos, Sombra... Esto es demasiado chungo...

Se frotó la cara con las manos, con fuerza, como para intentar despertarse, y luego bajó las manos y se frotó el cuello y la nuca.

- Venga, va... céntrate... tienes que salir de aquí...

Quería hacerle caso al Gato. Realmente quería hacerlo. Se acercó, casi temblando a la puerta, pero el peso de la cámara le hizo girarse de nuevo. ¿Quién podía desaprovechar una oportunidad así? Un asesinato... Podría sacar unas fotos... Y si encontraba cómo venderas sin levantar sospechas, seguramente se podría sacar una pasta. Aparte de que seguramente le tendrían en cuenta para...

El chasquido del disparador de la cámara lo sobresaltó. Ni siquiera había sido consciente de que la estaba sacando de la funda y la estaba montando.

No quiso pasarse. El cuerpo estaba allí, en la alfombra, rodeado de un charco de sangre sobre el que descansaba su cabeza. Apestaba, a pesar de que no tenía pinta de llevar mucho allí, y a Sombra le volvió a asaltar esa sensación de náusea. Otra foto. Otra. Y otra más.

No quería adentrarse en el sálón, pero algo en la mesa llamó su atención. Había varias fotos, y se acercó a verlas. Tuvo que cerrar los ojos y respirar con calma unos segundos para no vomitar.

Y entonces fue cuando oyó la sirena de la policía en la calle. Oyó el frenazo del coche y el ruido de puertas y se maldijo por no haberle hecho caso al Gato. Se asomó a la ventana y los vio caminar hacia el edificio. Cogió las fotos de la mesa, con un gesto rápido.

-Maldita sea... es que además son buenas las jodidas...

Y echó a correr hacia la puerta. Pasó la manga del jersey por la manilla, como había visto hacer en las películas, para borrar las huellas y cerró la puerta con llave. Se la guardó en el bolsillo y bajó corriendo por las escaleras, incapaz de esperar por el ascensor. En el rellano del primero frenó, con el consiguiente resbalón. Casi se rompe la crisma. Oía a los policías hablar en el portal.

-Si es que eres idiota, Sombra... ¿Y ahora, qué?

---------

Eso... ¿Ahora qué?

a) Intenta pasar entre la policía haciéndose el avión y mintiendo de ser preciso.
b) Vuelve al piso y se encierra confiando en que la policía vaya a otro lugar.
c) Se entrega a la policía y les cuenta todo el follón.
d) Pide asilo en casa de cualquier vecino.
e) Cualquier otra feliz idea. ¿Como qué? ¡Coméntamelo!

(No seáis malas pécoras, que os conozco, y dejad vuestro voto en la columna de la derecha del blog...)

22 de abril de 2011

Encuesta capítulo 4


En breves el 5.
Aunque es Semana Santa y medio estoy de vacaciones, así que no esperéis gran qué...

14 de abril de 2011

Capítulo 4 - Las llaves

En el cruce, a la izquierda. Dos calles más allá, a la derecha.
El dolor de cabeza parecía habérsele asentado en la parte de atrás de la cabeza, casi en la nuca. Era más llevadero, pero a cambio, empezaba a tener náuseas.
11, 13, 15… Allí estaba. El número 17. Volvió a comprobar la dirección y sacó una de las llaves del paquete. Necesitó tres intentos para acertar con la cerradura. Coincidía. Adentrarse en la fresca oscuridad del portal le pareció lo mejor que le había pasado ese día.

Subió en el ascensor. Era un segundo, pero no se atrevió a enfrentarse a las escaleras, que lo miraban de modo amenazador. Al ir a entrar, casi se lleva por delante a una mujer que salía acelerada, con un bolso bajo el brazo en el que habría podido meter la mitad de su casa. Murmuró una disculpa que bien podría haber sido un gruñido e, ignorando la mirada furiosa de la mujer, pulsó el número del piso. Se apoyó junto al cuadro de números y cerró los ojos. Fue un recorrido corto, que se le hizo más corto aún debido a esa extraña sensación que le atenazaba el estómago.

-Tú eres gilipollas, Sombra… ¿Se puede saber qué coño haces aquí? Verás que la acabarás liando…

Fue rezongando por el pasillo hasta llegar a la puerta. Sacó la llave de seguridad y, tras un par de intentos, abrió la puerta.

-¿Hola? –Solo le respondió el silencio. -¿Hay alguien?

Entró en un piso que, a simple vista, parecía amplio. En la entrada, todo el mobiliario lo componían una mesita baja y un espejo alto. Sombra se quitó las gafas, pero no pudo ver más que su silueta reflejada. Estaba oscuro, así que se encaminó a lo que parecía ser el salón y tanteó la pared en busca del interruptor de la luz. Achinó los ojos cuando el foco amarillo se iluminó.
Era una sala grande; un bonito sofá gris y varias estanterías. Había una televisión en la pared y una mesita baja sobre una alfombra y…
Sombra se quedó helado. Durante unos minutos permaneció allí, clavado en el sitio, sin apenas moverse. Cuando lo hizo, solo pudo llevar la mano al bolsillo y marcar el botón de rellamada. Una vez. Dos. Tres. Cuatro…

-¿Tú qué quieres, Sombra, que acabe contratando a alguien para que te pegue una paliza o qué? –Su voz sonaba cansada.
- Gato…

El tono de su voz debió sonar lo suficientemente acojonado como para que Gato se preocupara.

-¿Qué pasa?
-¿Qué coño pasó anoche?
-Pregúntaselo a tu nuevo amiguito.
-A mi… -De pronto tenía frío. Mucho, mucho frío.
-El tipo ese alto, de pelo rapado… ¿O es que tampoco te acuerdas de él? –Cínico.
-¿Rapado? ¿Y con un tatuaje de un dragón en el brazo?
-Ese mismo. Vas y se lo preguntas y…
-Gato… -Ahora sí que tenía nauseas. –Creo que estoy delante de su cadáver.
-¿Pero qué…?

Hubo un largo silencio, cargado de incredulidad, asimilación, comprensión y miedo. Por parte de Sombra, sobre todo miedo.

-¡Te dije que no era trigo limpio! ¡Imbécil! Corre. No toques nada, ¿me oyes? ¡Nada! Lárgate de ahí. Voy para la tienda. ¡Corre!


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Vuestro turno:

Sombra cuelga el teléfono y…
a)      Le hace caso y echa a correr a la tienda del Gato.
b)      Llama a la policía.
c)      Se recompone y hace un par de fotos. Algo así le arregla el mes a cualquier fotógrafo.
d)     ¿Vosotros haríais cualquier otra cosa? ¿Qué? Contádmela.

Dejad vuestro voto en la encuesta de la derecha. ¡No olvidéis votar!

Encuesta capítulo 3

Encuesta cerrada.
Esta tarde/noche seguimos.

7 de abril de 2011

Capítulo 3 - El paquete

-¿Pero qué…?
¿Le había dado su teléfono? Volvió a abrir y se asomó a la escalera, pero supuso que estaría ya en la calle. No le apetecía lo más mínimo echarse a correr para alcanzarla y además… ¿luego qué? Hola, me has dado un número de teléfono. Sí. ¿Para qué? Eres idiota

Volvió a entrar, aún flipándolo, y se frotó los ojos y la cara con la mano que tenía vacía, por si aquello era alguna estúpida alucinación producida por la resaca… Igual comiendo algo o… ¿otra aspirina sonaba a suicidio?

Miró el paquete que aún llevaba en la mano. Estaba envuelto en papel satinado blanco, como si fuera un pequeño regalo. Lo agitó. Dentro había algo pequeño que tintineó al chocar con la caja, con un sonido metálico.

Rompió el papel. No tenía el cerebro para estarse con tonterías. Dentro, una cajita del mismo color inmaculado. Volvió a tintinear. No pesaba demasiado… Levantó la tapa. Dentro, dos llaves y una tarjeta con una dirección.

-¿Qué coño…?

Dio varias vueltas a las llaves. Las comprobó con las suyas. Una de ellas se parecía a la del portal, la otra era, claramente, de una puerta de seguridad de un piso. Volvió a mirar la tarjeta. No le decía nada. Ni siquiera conocía la calle.

Pasó por la cocina y abrió el frigorífico. Había olvidado hacer la compra. De nuevo. Refunfuñando, volvió al ordenador y metió la dirección en Google Maps. No parecía quedar muy lejos de allí…

Una débil voz en su cabeza, más débil que la taladradora producida por el dolor de cabeza y que la voz que le decía que no volviera a tocar una gota de alcohol o lo que fuera que se había metido la noche anterior, una voz débil y ligeramente sensata, le decía que, fuera lo que fuese, tenía que ver con la noche anterior, con aquello que no recordaba y con el cabreo del Gato. El Gato seguro que sabía algo… Pero seguro que no le volvería a coger el teléfono.

Cogió una chaqueta y metió el móvil y la cartera en el bolsillo, confiando en que aún le quedara algo de dinero. Seguía sin encontrar la cámara pequeña, así que cogió la del trabajo y un par de tarjetas de memoria del cajón, las llaves de casa y el paquete con la dirección. Y las gafas de sol, por supuesto. Había demasiada luz, demasiada…

Aún así, el sol le golpeó como un mazazo en cuanto abandonó la fría y lúgubre seguridad del portal. Con los ojos casi cerrados y las manos en los bolsillos enfiló calle abajo, con un quejido agónico, arrastrando los pies.

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¡Hey! ¡Que se va sin nosotros! ¡Corred!
Vuestro turno: ¿Hacia dónde se dirige?

a) A comer algo antes de nada.
b) A buscar al Gato y pedirle explicaciones.
c) A la dirección de la tarjeta.
d) ¿Alguna otra opción? ¡Contádmela!

(Vuestra opinión, en la encuesta aquí al lado)