16 de marzo de 2012

Persiguiendo a Amy. 24.-María de Quintana + Lázaro

(María -by Xie-)

María escuchó atenta a Leo sin probar bocado. Cuando éste terminó, dio un sorbo a su copa y le contempló en silencio. No creía ni una palabra de lo que había dicho, lo que sólo incrementó la curiosidad de la joven. Se encargaría de ese asunto nada más pisar la capital, sin duda sus contactos sabrían algo de esa tal Amelia. Terminaron de comer en silencio, y Leo se despidió de ella, pues según le había dicho, debía reunirse con sus compañeros de viaje.

María salió poco después, dispuesta a hacer algunas compras. No podía soportar estar encerrada en esa casa y sin la compañía de su criada. Una de las criadas del abogado la acompañó, y pasearon por las calles de la ciudad, parando a comprar cada poco. Al doblar una esquina, ahogó un grito en su garganta mientras notaba cómo el corazón le palpitaba con fuerza. Tenía ante sí al que había oído nombrar como Padre Lázaro. Iba con otro de los malolientes hombres con los que había tenido el "placer" de viajar. El Padre apenas reparó en ella en un principio, pero luego la observó fijamente.

- Te...tenga usted buena tarde, Padre. - balbuceó María haciendo una reverencia. Buscó con la mirada la compañía de Leo, mas no le encontró - ¿Dónde habéis dejado al resto? - preguntó intentando ocultar su aflición al no ver a Leo a su lado.

El cura la observó unos momentos antes de responder.

---
(Lázaro)
No tardaron en encontrar quien les encaminara hacia el ayuntamiento. En llegando estaban cuando una voz conocida les increpó. No era otra que la joven del camino, ahora vestida más acorde con su historia. Había conseguido ropas nuevas en muy poco tiempo. Lázaro empezó a dudar si su hermano no habría tenido razón.

Bueno, si era noble les debía una recompensa. Y por la misa que se la cobraría aunque fuera en especies. De momento más le interesaba saber qué había hecho del bribón de su hermano.

-Señora... He de decir que os favorece la estancia en esta ciudad. Bonito vestido. Hacía mucho que no veía una tela y una hechura tan bellas. -La última vez que había estado tan cerca de un vestido así, se ceñía al cuerpo de la revoltosa. -Los demás se han quedado descansando en la taberna. Ha sido un largo viaje, estamos cansados y esto es tan solo una escala. Nos encaminamos a ver al alcalde. ¿Y vos, señora? Si lleváis nuestro camino no nos importaría compartirlo. -A su acompañante sí pareció importarle, pero no dijo nada. -Y hablando de compañía... ¿dónde habéis dejado a mi... a mi buen Leonardo?

Tanto reprender a sus hombres, y casi es él el que mete la pata...

No hay comentarios: