29 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 17.-Salvatore

No tuvieron que caminar mucho para encontrar una taberna en la que probar bocado. Buena cerveza, rincones poco iluminados, y apenas un par de borrachos apoyados en la barra. No llamarían demasiado la atención allí si se lo proponían. Alquilaron allí mismo un cuarto donde pasar la noche hasta que se decidiese si reclamaban el pago por "escoltar" a la muchacha. Podía intuir el escepticismo en los ojos de Conrado, que no necesitaba hablar para hacerse entender.

Muchas veces se extrañaba de la forma de ser de aquel hombre, que parecía dolerse cada vez que soltaba una palabra. Ah, cómo echaba de menos al italiano que dejaron por el camino... Desde entonces las paradas en el viaje eran harto más aburridas. Dio un largo trago a su cerveza y descolgó su laúd, que llevaba siempre encima, al igual que su daga. Aunque la vida que llevaba junto a los hermanos Quintana y el resto del grupo era peligrosa y dura, cada uno a su manera aprovechaba los ratos de asueto como aquel que no sabe si vivirá mañana. Sobre todo Servando...

Se recostó en la silla, pensando si tardarían mucho más en tener noticias de "la revoltosa". Mas al ver acercarse a la tabernera a servirles otra ronda, se desvanecieron todos sus pensamientos, y se dibujó en su rostro aceitunado la sonrisa pícara que había hecho estragos en su pueblo natal en el sur de Italia... Las espesas cejas, bien delineadas, del mismo color azabache que los rizos que solían caer sobre su frente, se entornaron al paso de la mujer, que se demoró en contemplarlo un momento más del que hubiese sido mera curiosidad. Un movimiento ágil de la mano hizo vibrar las cuerdas del instrumento, y enseguida la voz rasgada de Salvatore acompañó la melodía, sin despegar los ojos de los de la mujer, en sus labios la sonrisa burlona de conquistador.

"Haz a la dama un día la vergüenza perder
pues esto es importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer
hace más diabluras de las que ha menester.

Talante de mujeres ¿quién lo puede entender?
su maestría es mala, mucho su mal saber.
Cuando están encendidas y el mal quieren hacer
el alma y cuerpo y fama, todo echan a perder..."

Hizo una pausa estratégica para cerciorarse de que los colores asomaban al rostro de su víctima, y de que no andase cerca el marido de la susodicha, no era la primera vez que sufría el envite de una cornamenta, y no necesitaban buscarse más problemas... Entonces, guiñó un ojo a sus compañeros y arremetió las siguientes estrofas, comprobando con placer que la tabernera derramaba sin querer media jarra sobre la mesa.

"No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

Es cosa bien segura: molino andando gana
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer muy requerida anda siempre lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana..."

Remató la actuación con una teatral reverencia. Cuando ya se sentaba, no pudo evitar añadir una sonada palmada en las posaderas de la tabernera, que le cruzó la cara y se retiró agitadamente a la cocina mascullando una sarta de imprecaciones, ahogadas por las risotadas de los hombres. Aún frotándose la mejilla, pero sin dejar de reír, Salvatore se dirigió a ellos:

- Menudo carácter gastan las hembras por aquí... Tu hermano sí que es un hombre afortunado, Lázaro. Sea noble o ladrona esa muchacha, me han mirado unas cuantas mozas con esos ojos como para saber lo que eso significa...

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(Salvatore, nuestro maravilloso bardo, corre a cargo de Sherezade)

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