19 de marzo de 2012

Persiguiendo a Amy. 25.-Servando

Tres golpes largos, cuatro cortos, doce largos, nosecuántos cortos, un porrón de largos... ¿Se pensaban tirar toda la tarde golpeteando la contraseña en esa puerta? Dos largos, uy mira, un perro ¿Qué hará en este callejón tan oscuro?... Siete cortos... Por fin, después del concierto para nudillos y tabla de roble una mirilla se descorrió y un par de pequeños ojos escondidos en el fondo de una cara arrugada observaron a Servando desde dentro. Seguramente se escondían de la monstruosa monoceja que se balanceaba sobre ellos, realmente daba pavor, tan blanca y tan tupida como un cisne y tan erizada como un puercoespín.

-¿Quién vive?- chirrió una voz de anciano desde el otro lado de la puerta

-¿A que no lo adivinas?- le escupió el guía de Servando, el tipo con cara de rata, metiendo un par de dedos por la ranura buscando los ojillos del portero -Por los dioses, media tarde marcando la contraseña para que preguntes "¿Quién vive?"

Gimoteando el guarda quitó la tranca que bloqueaba la puerta, descorrió dos o tres pestillos oxidados y les franqueó el paso a una habitación con olor a humedad. Cuando Servando pasó por su lado notó que el desgraciado abuelo se tapaba los ojos y lloraba. Pobre, seguro que le ha dejado la novia o se le ha muerto el canario, pensó Servan. En cuanto los cinco hubieron entrado la tranca y los pestillos volvieron a su sitio y el llorón se perdió escaleras arriba maldiciendo a todo lo que sabía maldecir. El guía ratonil les condujo hasta una habitación iluminada solamente por un candil colgado de una cadena en el techo, sin ni siquiera una ventana, lo que echó a Servando un poco para atrás. Pero ver unos cubiletes sobre la mesa y sentirse entre amigos fue todo uno, entró como el César habría entrado en Gergovia.

-¿Y a qué queréis jugar, Micer?- le preguntó otro de los muchachos que le habían acompañado desde la taberna, en concreto uno al que le faltaba media oreja y bizqueaba, extendiendo un tapete con varias manchas resecas sobre la mesa -Supongo que conocéis todos los juegos para los que veis material aquí

La duda ofendía, Servando había perdido verdaderas fortunas a todos y cada uno de aquellos juegos. Pero hoy era su noche de suerte, sí señor.

-Primero me gustaría probaros a los dados mentirosos o al Kiriki, si es que sabéis jugar, cosa que no pongo en duda. Por ser menos nobles que los naipes, los dados forman un gran aperitivo antes de llegar a los juegos regios, ¿no es cierto?- pidió el marinero mientras iba intentando encajar su inmenso trasero en la diminuta silla -Después podemos pasar al rampono, dos cartas en mano, cinco vistas, ¿os parece conveniente?

Una sonrisilla cruel y codiciosa le brotó en los labios al mandamás de la troupé. Claro que le parecía conveniente, no importaba el juego, pensaba ganarle a todo. Separó cinco dados de seis caras, numeradas con puntos del uno al seis, los metió en un cubilete hecho de madera y se lo tendió al gigantón.

-Empezaremos jugando a veinte escudos la partida, si no queréis pagar podéis entregar un dado a cambio, pero si os quedáis sin dados tendréis que pagar el doble que si hubierais perdido cinco partidas, además de devolver todo lo que hubierais ganado entre tanto. El ganador es el primero que elimine al otro. Nada de retirarse antes de tiempo .¿Estáis de acuerdo?

Servando bebió de la jarra que se había llevado del Akelarre*, la tabernera ni se había dado cuenta, estaba demasiado ocupada poniendo sus nalgas en las manos del bardo. Miró por encima del borde de la jarra al guía y asintió. Los otros tres acompañaron a su jefe sentándose a la mesa, mirando a Servando como lobos a un cervatillo atrapado en un cepo.

--
(By Yimi)
*Como, a fin de cuentas es un RP sobre un juego, los nombres de tabernas, monedas de cambio y religiones (la Aristotélica es la que, más o menos, profesan nuestros protas) están todas sacadas de ahí

No hay comentarios: