29 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 17.-Salvatore

No tuvieron que caminar mucho para encontrar una taberna en la que probar bocado. Buena cerveza, rincones poco iluminados, y apenas un par de borrachos apoyados en la barra. No llamarían demasiado la atención allí si se lo proponían. Alquilaron allí mismo un cuarto donde pasar la noche hasta que se decidiese si reclamaban el pago por "escoltar" a la muchacha. Podía intuir el escepticismo en los ojos de Conrado, que no necesitaba hablar para hacerse entender.

Muchas veces se extrañaba de la forma de ser de aquel hombre, que parecía dolerse cada vez que soltaba una palabra. Ah, cómo echaba de menos al italiano que dejaron por el camino... Desde entonces las paradas en el viaje eran harto más aburridas. Dio un largo trago a su cerveza y descolgó su laúd, que llevaba siempre encima, al igual que su daga. Aunque la vida que llevaba junto a los hermanos Quintana y el resto del grupo era peligrosa y dura, cada uno a su manera aprovechaba los ratos de asueto como aquel que no sabe si vivirá mañana. Sobre todo Servando...

Se recostó en la silla, pensando si tardarían mucho más en tener noticias de "la revoltosa". Mas al ver acercarse a la tabernera a servirles otra ronda, se desvanecieron todos sus pensamientos, y se dibujó en su rostro aceitunado la sonrisa pícara que había hecho estragos en su pueblo natal en el sur de Italia... Las espesas cejas, bien delineadas, del mismo color azabache que los rizos que solían caer sobre su frente, se entornaron al paso de la mujer, que se demoró en contemplarlo un momento más del que hubiese sido mera curiosidad. Un movimiento ágil de la mano hizo vibrar las cuerdas del instrumento, y enseguida la voz rasgada de Salvatore acompañó la melodía, sin despegar los ojos de los de la mujer, en sus labios la sonrisa burlona de conquistador.

"Haz a la dama un día la vergüenza perder
pues esto es importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer
hace más diabluras de las que ha menester.

Talante de mujeres ¿quién lo puede entender?
su maestría es mala, mucho su mal saber.
Cuando están encendidas y el mal quieren hacer
el alma y cuerpo y fama, todo echan a perder..."

Hizo una pausa estratégica para cerciorarse de que los colores asomaban al rostro de su víctima, y de que no andase cerca el marido de la susodicha, no era la primera vez que sufría el envite de una cornamenta, y no necesitaban buscarse más problemas... Entonces, guiñó un ojo a sus compañeros y arremetió las siguientes estrofas, comprobando con placer que la tabernera derramaba sin querer media jarra sobre la mesa.

"No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

Es cosa bien segura: molino andando gana
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer muy requerida anda siempre lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana..."

Remató la actuación con una teatral reverencia. Cuando ya se sentaba, no pudo evitar añadir una sonada palmada en las posaderas de la tabernera, que le cruzó la cara y se retiró agitadamente a la cocina mascullando una sarta de imprecaciones, ahogadas por las risotadas de los hombres. Aún frotándose la mejilla, pero sin dejar de reír, Salvatore se dirigió a ellos:

- Menudo carácter gastan las hembras por aquí... Tu hermano sí que es un hombre afortunado, Lázaro. Sea noble o ladrona esa muchacha, me han mirado unas cuantas mozas con esos ojos como para saber lo que eso significa...

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(Salvatore, nuestro maravilloso bardo, corre a cargo de Sherezade)

27 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 16.-Leonardo

No le gustaba cómo lo miraba el abogado. Definitivamente, odiaba a los abogados. Eran demasiado insidiosos y tendían a hacer demasiadas preguntas. Demasiadas. De modo que dejó hablar a la muchacha sin decir palabra.

Sabía que el hombre no le quitaba la vista de encima, pero sostuvo la mirada lo mejor que pudo, intentando no parecer molesto, intentando no molestar al hombre e intentando mantener la compostura. Lo peor de todo es que aún no tenía muy claro qué compostura mantener. Sabía que el juego de Lázaro iba por la iglesia... pero él... ¿qué se suponía que era él?

Pensó que lo mejor sería jugar el papel de noble en desgracia. El papel de noble le gustaba, le gustaba mucho, y para terminar de encandilar a la muchacha, era perfecto. O incluso de hijo bastardo de la nobleza... de la nobleza francesa estaría bien. Con suerte el abogado no sabía nada de la nobleza francesa.

- Mi señor Leonardo, os ruego que no os marchéis sin antes haber compartido mesa con nosotros. Es lo mínimo que puedo hacer por vos, pues bien sabéis que gracias a vuestra generosidad y caballerosidad sigo viva.

Agradeció la invitación devolviéndole la reverencia y siguió al abogado a su despacho. Por la misa que aquello no le gustaba un pelo.

-Así que habéis ayudando a mi querida María en el camino...

-Sí, señor... La encontramos en el camino y nos solicitó escolta hasta aquí. Estábamos cerca, pero aún así el viaje es peligroso, no podíamos dejarla allí sola...

-¿Y qué hacíais vos en el camino?

-¿Viajar? Sabemos que no es buen tiempo para recorrer estos senderos, pero tenemos una misión...

-¿Y de qué se trata?

-Veníamos escoltando a un sacerdote. Y además estamos buscando a una joven. Tal vez vos hayáis oído hablar de ella...

Pensó que lo mejor era desviar la atención y llevar la conversación a la revoltosa. Si se libraba del interrogatorio y conseguía algo de información... Por desgracia el abogado no estaba por la labor. Desconfiaba. Todos los abogados desconfiaban. Definitivamente no los tragaba. Por el Altísimo que no...

-Ya hablaremos de ella luego... Aún no me habéis dicho quién sois. Leonardo, sí. Pero quién... ¿Un campesino? ¿Un ladrón? No permitiré que juguéis con la muchacha...

-Me ofendéis, señor. Únicamente la he acompañado aquí para velar por su seguridad. No me pareció que las calles de una ciudad fueran lugar seguro, pero si tanto os molesto, no os preocupéis, me retiraré enseguida. Despedidme de ella, os lo ruego.

Decidió jugársela y darle la espalda encaminándose a la puerta. Funcionó. Servando habría estado orgulloso de él.

-No pretendía ofenderos, pero como comprenderéis...

-Sí, lo entiendo. Solo soy un desconocido que aparece en el camino y que a riesgo de mi vida he traído a la joven hasta aquí...

Intentó mostrarse ofendido y cargó sus palabras de cinismo, pero el abogado las pasó por alto.

-Presentaos, pues, y no seréis tal desconocido.

-Mi nombre es Leonardo, señor, ya lo sabéis. Y en cuanto a mi familia, aunque porto apellido tan plebeyo como es el de Medina, habéis de saber que desciendo de la casa d'Ambroise. Mi padre era hijo bastardo del duque.

Alzó la cabeza, buscando su porte más noble, sereno y confiado. Aunque por dentro estaba demasiado nervioso. Se arriesgaba a que lo mandaran a la cárcel y Lázaro estaba demasiado lejos para su gusto, para cuando se enterara ya sería demasiado tarde. Pensó en rezarle una plegaria al Altísimo para que la moza bajara lo antes posible, pero descartó la idea. Necesitaba toda su atención en ese nuevo acto.

24 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 15.-María de Quintana

- ¿De quién he oído yo hablar? - María se giró y su mirada se iluminó al ver al buen amigo de su padre en el umbral de la puerta. Sin poder contenerse, corrió a cobijarse en el abrazo protector del anciano, y se echó a llorar - Mi joven niña, ¿qué os ha pasado? - alzó la vista mientras intentaba calmar los convulsos sollozos de la joven y miró a Leo - ¿Quién sois vos, caballero? - le interrogó con mirada severa.

- No temáis, señor, pues este buen hombre sólo es una buena alma que me ayudó cuando yo más lo necesitaba... - y procedió a relatarle lo que había ocurrido mientras tomaban asiento. El viejo asentía con gesto preocupado a lo que la joven le contaba - Sé que disponéis de un fondo que mi padre os entregó. Pagaré a estos buenos hombres por su obra, y dispondré de él para mis gastos. Me han robado todo, mirad que hasta tuve que vestirme con las ropas de mi criada...

María se había relajado ante la presencia del abogado, que no le quitaba ojo de encima a Leonardo. Mientras conversaban, la joven con el rostro aun enrojecido por las lágrimas, no podía evitar mirar a Leo con admiración y respeto. Se lamentaba por haberse dejado ver ante él con aquel atuendo impropio de ella, pero se animó al pensar que después del baño compartiría con él una copiosa comida, vestida como toda una dama y haciendo gala de su exquisito gusto. Con una ligera reverencia, se retiró para prepararse, mientras los caballeros se dirigían al despacho del abogado para seguir charlando y efectuar los pagos correspondientes. Antes de salir de la habitación, María se giró y se dirigió a su invitado y salvador.

- Mi señor Leonardo, os ruego que no os marchéis sin antes haber compartido mesa con nosotros. Es lo mínimo que puedo hacer por vos, pues bien sabéis que gracias a vuestra generosidad y caballerosidad sigo viva. - repitió la reverencia dedicándole una seductora sonrisa y desapareció escaleras arriba.

22 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 14.-Leonardo

Hacía mucho que no tonteaba con una mujer. Como falso noble, se había hecho pasar por prometido de la revoltosa en más de una ocasión, lo cual no le permitía semejantes escarceos. Luego, con los italianos, se había metido en varios líos de faldas... alguno con mal final, por desgracia, pero desde que habían dejado al más joven en el camino, Leonardo no había vuelto a tontear con una mujer.

Sin embargo esta era bastante bonita y, no solo eso... parecía ser ella quien tonteaba con él, con esa sonrisa y esa mirada... ¡E invitándole a comer! Leonardo sonrió recordando los escasos escudos que le restaban en el bolsillo. Si no lo metía en una celda, al menos iba a sacar algo en limpio.

Leonardo le ofreció el brazo y ella lo tomó, guiando la marcha hacia un palacete en el que solicitó audiencia, verificando sus peores temores. Si era realmente noble...

- ¿Os gusta el lugar? Es la casa de un viejo amigo de mi padre, un notable abogado. Él me ayudará a llegar a Zaragoza dentro del plazo previsto, y sana y salva.

Leonardo admiró el delicado mobiliario y los tapices de la pared. La casa de un abogado... Se quedó de pie, cerca de ella, paseando por la habitación. Los abogados le daban muy mala espina. Acostumbraban a tener documentos de todo y de todos, y eran los primeros en encontrar lagunas en sus historias... Aunque por otra parte...

- ¿Y vos, mi señor? ¿Qué haréis vos cuando cobréis lo que se os debe?

La joven dama (ahora sí que no le quedaba otra que admitir que era una dama) lo sacó de su ensimismamiento.

-¿Yo? Pues... Lo mismo que hasta ahora, supongo. Escoltar al padre Lázaro en su misión -si conocía a su hermano como lo conocía, después del primer acto en el camino, la actuación seguiría esa dirección -y seguir buscando a la revol... a Amelia. A la joven por la que os pregunté cuando nos conocimos. -Le dedicó una media reverencia antes de seguir. -Quizá vuestro amigo el abogado la haya visto o haya oído hablar de ella... Aunque si os soy sincero... -y realmente lo era -no me importaría volver a pasar una temporada en un palacete como este.

Y acompañó sus palabras con la sonrisa más enigmática de su repertorio.

20 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 13.-María de Quintana

-¿Pensáis ir sola por la ciudad, madame? - una voz a su espalda la sobresaltó. Se di0 la vuelta lentamente y se encontró con la pícara sonrisa de Leo - ¿Por qué no venís a almorzar con nosotros antes? Si no, aceptad al menos mi escolta hasta vuestro destino...

- ¿Acaso creéis que voy a pasearme por Huesca de esta guisa? - le dedicó una mirada severa, aunque apenas pudo contener una sonrisa burlona. No conseguía entender cómo podía coquetear de esa manera en público con ese hombre - Pero acepto gustosa su ofrecimiento, sólo si una vez me haya adecentado acepta mi invitación a comer. Creo que una copiosa comida le vendrá bien, y quizá un buen vino le ayude a descansar mejor.

Se retiró un mechón de pelo de la frente, y se agarró del brazo que él le ofrecía. Caminaron en silencio hasta llegar a un elegante palacete. María señaló con la cabeza el edificio y ambos aguardaron hasta que la puerta se abrió. Una muchacha poco mayor que ella les hizo pasar y esperar.

- ¿Os gusta el lugar? Es la casa de un viejo amigo de mi padre, un notable abogado. Él me ayudará a llegar a Zaragoza dentro del plazo previsto, y sana y salva. - tomó asiento en una butaca junto a la cálida chimenea, cruzando las manos en su regazo - ¿Y vos, mi señor? ¿Qué haréis vos cuando cobréis lo que se os debe? - preguntó recelosa.

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(María, como siempre, by Xie)

16 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 12.-Lázaro

Lo primero era lo primero, vaya. Entrar en la ciudad y buscarse el almuerzo. Y alojamiento, tal vez. El problema era a dónde dirigirse. La moza les echó una mano en ese aspecto.

- Tomad, podéis ir a esa dirección mañana a primera hora. Os entregarán lo que se os debe. No acudáis antes, pues sin duda os echarán a patadas si yo no intercedo antes.

Lázaro se acercó a recoger la nota, pero la joven la tendía claramente a Leo, de modo que dejó que fuera su hermano quien la recogiera. Aún así, Leo le entregó la dirección sin siquiera mirarla. Seguía con la mirada prendida de la joven, que ya comenzaba a alejarse.

-Oye Lázaro... -le susurraba. -La mujerzuela esta... igual nos hemos equivocado. Igual no es tal mujerzuela. A lo mejor dice la verdad...

No se lo podía creer. ¿La verdad? Mucho le había dado el sol al muchacho...

-¿Me tomas el pelo? ¿Has visto la nota esta? ¿El desprecio con el que nos la ha dado? Apuesto a que es una trampa.

-Vale la pena intentarlo, ¿no? ¿Nos vemos en la taberna más cercana? Os buscaré.

Leo le guiñó un ojo, les hizo una reverencia burlona a los demás, y echó a correr hasta alcanzarla.

-¿Pensáis ir sola por la ciudad, madame? ¿Por qué no venís a almorzar con nosotros antes? Si no, aceptad al menos mi escolta hasta vuestro destino...

Lázaro se rió ante la desfachatez del muchacho. Siempre conseguía lo que quería, estaba claro. Y eso que ya no estaba el joven italiano para echarle una mano...

-Bueno, señores. ¿Buscamos una taberna donde almorzar? Y si es posible habrá que buscar al alcalde o al sacerdote o... a alguien debería presentarse el padre Lázaro para solicitar asilo en "su sagrada misión"...

-Oh, sí, padre... -Los hombres se rieron con él ante el pretendido engaño. -Busquemos esa taberna...

-Tú no, Servando. Por el Altísimo, que alguien lo tenga vigilado. Este es capaz de apostarse nuestras cabezas.

Chorraditas que emocionan


Gracias.
^_^

14 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 11.-María de Quintana + Leonardo

(María de Quintana)

Caminaba asustada junto al hombre que se había presentado como Leonardo. Apoyaba ligeramente su peso en él, agarrada como iba al pliegue de su brazo. Le dirigió una mirada de agradecimiento cuando él había evitado que aquellos bárbaros la degollaran; sin duda le debía la vida. Aquel hombre parecía el más educado y distinguido de todos, aunque había abusado de su confianza hablándole tan cerca de su oido, aprentando su cuerpo a la espalda de ella. Se ruborizó al rememorar ese momento, cómo sue cuerpo había permitido y celebrado el contacto de aquel hombre contra ella. Era la primera vez que le ocurría, siempre había mantenido la distancia con los demás caballeros. Iban a la cabeza del grupo, caminando algo separados del resto, situación que María aprovechó.

- Mi...mi señor. Debo agradeceros lo que habéis hecho por mi. Sin duda esos hombres no habrían dudado en darme muerte aquí mismo. Pero vuestra bondad me ha salvado la vida. - aferró con su delicada mano el brazo de él. Le miró con intensidad. Él le resultaba tremendamente atractivo - Estoy en deuda con vos.

Siguió caminando mirando al suelo y a punto estuvo de volver a tropezar, pero el brazo de Leo la sostenía con fuerza. Le miró agradecida nuevamente, a lo que él le respondió devolviéndole la mirada divertida. Aquella situación parecía hacerle gracia, pero ella no conseguía saber exactamente por qué.

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(Leo_Medina)

"Estoy en deuda con vos..." Leo adoraba esa frase. Implicaba muchas cosas, pero sobre todo implicaba que la muchacha empezaba a fiarse de él, que ya se la había ganado y que, de necesitarla, no podría negarse a sus peticiones... 

Sonrió encantado, aunque había algo que le escamaba... Había sido demasiado fácil. Demasiado... Si la muchacha hubiera sido una experta como él, no se habría tragado el cuento tan fácilmente...

Descartaba que se tratara de la primera vez que la chica se hacía pasar por noble. Su manera de actuar, su altivez y su orgullo... A él le había costado conseguir ese tono. De modo que... solo le quedaban dos opciones. O la chica era tan lista como para haber visto el engaño enseguida y les estaba siguiendo el juego o... ¡por la misa que podían meterse en un buen lío!

Leonardo pensó en acudir a su hermano y contarle su sospecha, pero la joven volvió a tropezar.

-Tenga cuidado, madame...

De modo que desechó la idea. Si quería ganársela totalmente, tendría que quedarse a su lado... Y si sus temores eran ciertos, vaya si tendría que ganársela... Así que allí permaneció, sujeto a su brazo, hasta las puertas de Huesca. 

-¿Y ahora, qué? ¿Dónde iréis, señora? ¿Lázaro? ¿Señores?

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(María, como siempre, a cargo de Xie)

13 de febrero de 2012

You can be the boss - Lana del Rey

Culpad a Nan por esto...


You taste like the fourth of July
Malt liquor on your breath, my, my
I love you but I don't know why...

You can be the boss, daddy
You can be the boss
Taste like a keg party, back on the sauce
I like you a lot, I like you a lot
Don't let it stop...
You can be the boss, daddy
You can be the boss
Bad to the bone, sick as a dog
You know that I like, like you a lot
Don't let it stop...

He had a cigarette with his number on it
He gave it over to me, "do you want it?"
I knew it was wrong but I palmed it
I saved it, I waited, I called it
The liquor on your lips, the liquor on your lips
The liquor on your lips makes you dangerous
I knew it was wrong, I'm beyond it
I tried to be strong but I lost it.

You taste like the fourth of July
Malt liquor on your breath, my, my...

You can be the boss, daddy 
You can be the boss
Taste like a keg party, back on the sauce
I like you a lot, I like you a lot
Don't let it stop...
You can be the boss, daddy
You can be the boss
Bad to the bone, sick as a dog
You know that I like, like you a lot
Don't let it stop...

He has a white corvette like I want it
Courtesy of lyricshall.com
A fire in his eyes, no, I saw it
He's bleeding from his brain and his wallet
He's sick and he's taken but honest
The liquor on your lips, the liquor on your lips
The liquor on his lips I just can't resist
As close as I'll get to the darkness
He tells me to "shut up, I got this."

You taste like the fourth of July
Malt liquor on your breath, my, my...

You can be the boss, daddy 
You can be the boss
Taste like a keg party, back on the sauce
I like you a lot, I like you a lot
Don't let it stop...
You can be the boss, daddy
You can be the boss
Bad to the bone, sick as a dog
You know that I like, like you a lot
Don't let it stop...

I need you, I need you baby
Like I never needed anyone
You're wrong but you're so much fun
You say you treat 'em mean to keep 'em keen - you're not that nice
But you taste like the fourth of July
Malt liquor on your breath, my, my...

You can be the boss, daddy 
You can be the boss
Taste like a keg party, back on the sauce
I like you a lot, I like you a lot
Don't let it stop...
You can be the boss, daddy
You can be the boss
Bad to the bone, sick as a dog
You know that I like, like you a lot
Don't let it stop...

12 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 10.-Conrado

Conrad, o Conrado como su madre se había empeñado siempre en llamarlo, había nacido a orillas del Lipp, en la costa del sur de Inglaterra.
Hijo de un ollero bretón y la hija bastarda de un caballero castellano, había crecido entre los barros de su padre y las ansias de su madre de recuperar la posición que según ella le pertenecía.

A la temprana edad de trece años su callada furia se cobró la primera víctima y tuvo que huir de las colinas que eran su casa y empezar una nueva vida de pura supervivencia en Francia, donde por aquellos tiempos nadie reparaba en un muchacho callado y taciturno y que había hecho del pasar desapercibido un arte.
Encontró un nuevo hogar en La Roche-Derrien, de donde tuvo que volver a huir 4 años después, tras una refriega que acabó algo peor de esperado. Así conoció a los hermanos Medina y con ellos caminó hacia el sur, en busca de una muchacha a la que llamaban la revoltosa.

Conrado jamás se metía en las discusiones de sus compañeros de viaje, siempre era preferible mantenerse al margen, observar y callar. La vida le había enseñado que eso nunca traía problemas. Cada vez que había tomado partido en un "inocente" intercambio de opiniones, había tenido que marcharse dejando todo atrás. Bien parecía que la mezcla de sangre bretona y castellana no había dado su mejor resultado en él.

Y así fue como terminó en tierra aragonesa, recorriendo los caminos con hombres con los que apenas cruzaba palabras, y de esa manera fue como terminó de escolta de una supuesta dama que aún no había dado dos pasos con ellos y ya se había atrevido a insultarlos.
Conrado rozó la hoja del puñal que siempre llevaba oculto bajo la capa; buen caldo habría salido con una gallina clueca como aquella. Sin embargo la intervención de los hermanos fue una vez más providencial. El ver a aquella altiva muchacha suplicar por su vida casi consiguió dibujar una sonrisa en su cara, quizá la segunda o tercera de toda su vida. No le había gustado desde el primer momento en que la vio aparecer en el camino y menos le había gustado cuando a pesar de su amabilidad, se había atrevido a insultarlos con esa voz que le destemplaba los nervios.
Más le valía a la pequeña comportarse el resto del camino que debían hacer juntos, pues aunque su mirada bien parecía que podía cortar, más estragos podía causar sin duda aquel puñal escondido, único recuerdo de sus días de niñez a orillas del Lipp.

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Conrado mola. Su creadora, Haranne, tb mola. Y tengo que hacerle mucho la pelota aquí porque es a la única a la que no le pude pedir permiso. De todas formas, y por desgracia, es lo único que nos regaló de él en Amy. Te echo de menos, Herr. 

8 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 9.-María de Quintana + Leonardo

(María de Quintana)
Se echó a llorar como una magdalena ante aquella amenaza. Giró la cara para mirar al hombre que la sujetaba a su espalda, y con ojos suplicantes sollozó:

- No por favor, no quiero morir... - el llanto ahogaba sus palabras y su cuerpo temblaba - Lo siento, mi señor, siento haberos ofendido...a todos. Ni que decir tengo que seréis compensados por esto también cuando lleguemos...

Se secó las lágrimas con el dorso de las manos y permaneció inmóvil con la mirada en el suelo. No pudo ver el regocijo en los rostros de los hombres que la rodeaban.

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(Leonardo Medina)

-Vamos, padre Lázaro... ya ha pedido perdón... la indulgencia es una virtud...

Le habían bajado los humos a la muchacha. Eso estaba bien. Pero podría estar mejor... Podría... Leo le guiñó un ojo a su hermano.

-¿La dejamos estar, señores? La dama no está acostumbrada a hombres de vuestra ralea... No volverá a pasar, ¿verdad que no, querida?

Recalcó el posesivo, de modo que los hombres lo miraron con un rastro de furia. No le iban a atacar, a él no, y lo sabía. Pero la chica lo asimiló como una nueva amenaza y tembló entre sus brazos con un nuevo sollozo.

-Su su su, madame...

Lázaro bajó la daga e hizo un gesto a sus hombres.

-Muy bien... Lo dejaremos pasar... Pero queda bajo vuestra responsabilidad, Leonardo. La próxima vez, puede que no seamos tan pacientes...

Leonardo la abrazó para tranquilizarla.

-Tranquila, madame... Quedaos a mi lado, evitad disgustarles y llegaremos con bien a donde deseéis... No os preocupéis, yo os protejo.

Y separándola la tomó del brazo y retomó el camino hacia Huesca.



6 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 8.-Lázaro

Servando dejó de jugar con la moneda que llevaba en la mano derecha. No era buena señal, Servando sólo dejaba de jugar con las monedas cuando estaba a punto de matar, o cuando estaba a punto de perderlo todo. Salvatore y Hernán habían llevado la mano a las armas, y Conrado había retirado de su mirada unos cuantos grados, haciéndola aún más fría, volviendo la escarcha en amenazantes, agudos carámbanos. En cuanto a Lázaro, no sabía si la muchacha era demasiado valiente o demasiado inconsciente, pero si no hacía algo, tenía bien claro que acabaría siendo demasiado muerta. Y decidió que, el mejor modo de defenderla, era atacarle.

-¿Sabéis, señora, que haríais un bel cadáver? -Era el que estaba más cerca, así que no tuvo difícil ser el primero en llegar. Le apoyó la daga en la garganta. -¿Qué pensáis? ¿Estaría dispuesto a pagar vuestro padre por recibir al menos vuestros restos?

La joven intentó retroceder, pero Leonardo ya se había colocado a su espalda. La sujetó por los hombros y la acercó a su cuerpo, inmovilizándola y susurrándole al oído. Lázaro no pudo oírlo, pero sabía lo que le estaba diciendo. Conocía aquel juego.

-Pedídmelo, mi señora y haré que pare...

La mujer enrojeció y los hombres se rieron. Lázaro sonrió. Eso era bueno. Con suerte no tendría que matarla.

-Si por mí fuera, pasaría por alto esta ofensa... Me debo al Altísimo y éste no desea más que la paz...
Leo le sonrió desde detrás de la muchacha. Pasó uno de los brazos por delante de sus hombros, para inmovilizarla contra su cuerpo, y enredó sus largos dedos en la melena de la moza, sujetándole la cabeza. Le hablaba casi al oído, así que apenas alzaba la voz para hablarle. Fría y tranquilamente. Como cuando, fingiéndose noble, ordenaba un castigo.

-El Altísimo sabrá perdonaros, padre Lázaro. -Y volvió a susurrar a la muchacha. -Pedídmelo... o estáis muerta...

Leonardo había comprendido. Buen chico. Lo cierto es que llevaba un tiempo pensando en cómo presentarse en Huesca, y había llegado a la conclusión de que la historia de la nobleza de Leo no serviría, tal y como andaba la política. Pero un sacerdote siempre era una buena opción...

-No sé, hijo, no sé... De todas formas, señora, como veréis, estos hombres piden una compensación... Pedidles perdón y tal vez...tal vez no tenga que mataros.

Y completó la amenaza arañando su blanco cuello con la daga, dejando una ligera marca rojiza, arrancando una única gota de sangre de la muchacha.

3 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 7.-Leonardo + María de Quintana

(Leonardo)

No tenía mala planta la moza. Las había visto mejores, por supuesto, pero después de pasarla por agua y con un vestido y un peinado decente, seguro que bien podría pasar por el papel que pretendía. Leonardo repitió la reverencia al presentarse, haciendo gala de sus mejores modales.

-Leonardo, a vuestros pies, señora.

Necesitaban una mujer si querían volver a montar una escena como la de Francia. Aunque la chica no daría el pego tan bien como la revoltosa, por supuesto. Pero nadie podía hacerse pasar por noble como la revoltosa. Por noble, por criada, por campesina, por prostituta, por mercader, por... por lo que se terciara.

-Y, mi estimada señora... En su estancia en Caspe y su atribulado viaje... ¿No habrá coincidido por casualidad con una doncella más o menos de mi altura, cabellos castaños y ojos verdes? Con una cicatriz ligera aquí, sobre la ceja... Su nombre es Amelia. La estamos buscando.

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(María de Quintana)

Les devolvió el saludo con una leve inclinación de cabeza.

- Lamento decirle que no, no he visto a nadie así. Quizá esa...mujer...no frecuenta los mismos lugares que yo. - dijo con un tono de desagrado en su voz - Bien, ¿continuamos? Deseo llegar cuanto antes, y por su aspecto, creo que usted también.

Se giró sobre sus talones y comenzó a andar. Retomaron la marcha a regañadientes tras de ella, pero tuvieron que parar cuando tropezó con una piedra y cayó al suelo. Unas manos grandes y con fuerza la sujetaron del brazo y la levantaron.

- Tenga más cuidado. - escuchó a su espalda. No se giró, aquellas palabras aumentaron la humillación que sentía en ese momento. Se irguió, se alisó la falda y se atusó el pelo, retomando el paso

Una risotada a su espalda hizo que se volviera. Fulminó con la mirada a aquel grupo de hombres, sus hombros se tensaron y su cara estaba roja por la ira. ¿Quien se había creído que era ese hombre para burlarse de ella? Pronunció las palabras con deliberada lentitud, marcando cada silaba.

- Carecéis de educación, respeto y buenos modales. Rudos, sucios y malolientes. Vulgares, patanes, inútiles. - hizo una pausa y los miró uno a uno - Nadie nunca se ha atrevido a humillarme así. Y no permitiré que lo hagáis. Hicimos un trato, en cuanto lleguemos, tendréis vuestro dinero y desapareceréis de mi vista para siempre.

Los contempló con desden y siguió caminando, hasta que una voz hizo que se detuviera conteniendo el aliento.

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[La intervención de María, como la vez anterior, corre a cargo de Xie.]

1 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 6.-Lázaro

No sacaron las armas, pero no por ello dejaron de otear el horizonte, de mirar a lo lejos buscando una emboscada, el rastro de cualquier peligro o enemigo.
Pero al final solo era lo que parecía. Una cría con las ropas tan raídas como las suyas, cubierta de polvo y el rostro cansado, que empezó a parlotear de modo incansable.

-Vaya vaya… así que una dama… -Lázaro se rascó la nuca, analizando la situación

-Mira, así nos hace juego con el Señor Conde… -Uno de los hombres se echó a reír señalando a Leonardo, quien enseguida ejecutó una graciosa reverencia.

-Lo cierto, señora… -Lázaro llevaba demasiado tiempo entre estafadores como para creerse la historia de la muchacha, pero una oferta era una oferta. Si no lograban sacarle unos escudos, fuere como recompensa o vendiendo las carnes de la moza en el primer burdel del camino, por el Altísimo que dejaba de llamarse Lázaro Medina. –Como bien podéis ver, nosotros tampoco pasamos por nuestro mejor momento… El camino está lleno de salteadores y ni siquiera un grupo como el nuestro se ve libre de sufrir sus embates…

También podrían dejarla allí tirada. Que timara a otros… Pero el gesto mohíno de la zagala, acompañado de la dulce promesa del oro, le decidieron por escucharla. A fin de cuentas se dirigían a Huesca.

-Sin embargo… -El gesto se mudó en uno de ligero alivio y Lázaro sonrió. ¿La moza creía que los había engañado? ¿A ellos? –Si no teméis viajar con un grupo como el nuestro estaremos dispuestos a escoltaros hasta Huesca. No podemos ofreceros desayuno, apenas nuestra compañía, pero llegaremos en apenas unas horas y, con suerte, no tendremos que cruzarnos con ninguno de esos asaltantes que tanto detestáis.

Los hombres se rieron divertidos. Cruzarse con ellos, viajar con ellos… ¡Qué gran diferencia!

-Os presento a mis hombres, vuestros hombres, ahora, por lo visto… Este es Servando… Alejaos de sus dados… Ese joven alto es Hernán. Salvatore y Conrado.

Cada uno a su manera, saludaron a la muchacha. Servando le hizo un gesto con una mano mientras hacía girar un denario entre los dedos de la otra. Hernán inclinó la cabeza y Salvatore le dedicó una reverencia solo igualable en estilo por la de Leonardo. Conrado se limitó a mirarla con esa mirada de hielo y escarcha que le caracterizaba.

-Leonardo, a vuestros pies, señora.

-Y en cuanto a mí… Mi nombre es Lázaro. A vuestro servicio.