25 de mayo de 2012

Persiguiendo a Amy 51.- Salvatore


Por fin, en aquel tugurio oscense la jarana había comenzado. Salvatore sonrió. Su cuerpo perdió la rigidez, los pies se adelantaban y volvían a su posición secundando cada estocada, su mano libre se movía para equilibrar el torso. En cierto modo, la lucha tenía algo de danza. Y Salvatore era un buen bailarín.

Lo repentino del combate y la entrada de Conrado y Leonardo pronto inclinó la balanza hacia el bando de los forasteros. Los escurridizos tahúres imploraban clemencia ante los ojos furibundos de Servando. Los matones presentaban resistencia en silencio. Un navajazo certero a punto estuvo de rajar la cara del bardo.

- ¡Ma, figlio di...! ¡Nel viso!

Arremetió con lances ágiles y prestos que hicieron retroceder a su rival. Su daga no era grande, pero en un par de ocasiones se hundió en la carne levemente, lo bastante para teñirse de rojo. Si le hubiese marcado la cara, Salvatore lo hubiese degollado sin dudar.

Miró a su alrededor, y vio que la pelea había terminado, los últimos que se resistían miraban resignados al acero a pocos palmos de su cara, desde el suelo. Los tres miraban a Leonardo sin envainar sus armas. Un movimiento afirmativo de su cabeza, y aquellos pobres diablos no verían amanecer. Eso sí, pasase lo que pasase, pensaba recuperar sus monedas y llevarse además todas las de aquellos maleantes. No parecían del tipo de gente que acude a la guardia a dar parte del suceso. Es más, no parecían del tipo de gente que quisiera estar a cien yardas de la guardia. Salvatore pensó que igualmente, después de aquello no podrían quedarse mucho más tiempo en Huesca, podría ser peligroso. Y a fin de cuentas, allí no habían encontrado ni rastro de la Revoltosa…

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(Salvatore by Sherezade.)

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