6 de abril de 2012

Persiguiendo a Amy. 31.-María de Quintana

Aquel beso húmedo y cálido en la frente la hizo estremecer. Cada centímetro de su cuerpo había reaccionado ante aquel ataque premeditado de fingida inocencia. El corazón se le encongió, y la pasión que sentía por aquel hombre estaba a punto de dar rienda suelta allí mismo. Respiró profundamente, apartando sus ojos de los de él, mientras sus mejillas se teñían de rubor.

- ¿Más tranquila, mi niña? Vamos a buscar a esa sirvienta vuestra para que os acompañe a casa antes de que oscurezca del todo. Y ya de paso...- se giró hacia los otros dos hombres - ¿buscamos a Servando, caballeros, o nos arriesgamos a la amonestación del padre Lázaro?

María no deseaba la compañía de los otros dos hombres, por lo que sin pensarlo ni un solo segundo, acercó sus labios al cuello de Leo y susurró:

- Mi señor, me sentiría mejor si fuerais vos sólo quien me acompañara. - se separó confusa y sonrojada por su inusual atrevimiento - Quiero decir que...bueno...sus compañeros me hacen sentir incómoda. - acompañó el comentario con una mirada afligida y un encogimiento de hombros. Sin darle tiempo a replicar, se giró y se encaminó hacia la puerta - ¿Me acompañáis, Leonardo?

No hay comentarios: