9 de abril de 2012

Persiguiendo a Amy. 32.-Leonardo Medina

 Observó cómo la muchacha se dirigía resuelta a la puerta y sonrió. Luego se volvió para guiñarle un ojo cómplice al italiano, haciéndoles un gesto a los dos hombres con la cabeza.

-Vamos a buscar a ese incorregible ludópata.

-¿Con la moza?

Se encogió de hombros y se encaminó a la puerta, seguido de cerca por sus compañeros. En la puerta lo esperaba la joven, mirándolo reprobadoramente.

-No es buena idea andar por ahí sin compañía, mi niña -Había decidido prescindir de los tratamientos, buscando una mayor confianza o intentando molestar a la muchacha, tanto daba. -Puede haber problemas, y los problemas se resuelven mejor en compañía. Más aún cuando vos parecéis atraerlos... -Continuó casi susurrándole mientras la miraba a los ojos -Lo cual no me extraña...

Miró a los dos lados de la calle, pensando hacia donde dirigir sus pasos. Por lo que él sabía, Servando podría estar en cualquier lugar. Sobre todo si ese cualquier lugar era oscuro, secreto y había cartas, dados y monedas sobre la mesa. Iba a ser una búsqueda difícil.

Encontrar a la sirvienta fue bastante más fácil. La criatura se había sentado en la calle, la espalda contra la pared de la taberna, encogida para burlar el frío.

-Hela ahí, mi niña. Sed sabia en vuestra benevolencia... Y ahora... ¿hacia dónde?

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