27 de abril de 2012

Persiguiendo a Amy 39.- Salvatore


Salvatore se despidió de las mujeres dedicándole un guiño a la joven criada. Memorizó la casa, y sopesó si sería capaz de trepar al balcón. Sí, sería. Cuanto antes encontrasen a aquel condenado ludópata, antes volvería. Y si no fuera porque le sacaba una cuarta, le molería los huesos a palos, para quitarle aquel vicio malo. Con la de mujeres que había sueltas, no tener ojos nada más que para un par de dados de hueso girando en un tapete...

Cuando al fin estuvo libre, y después de un par de chanzas sobre la "condesita", se dirigió en serio ya a Leonardo:

- Creo que lo más rápido será usar el truco del pardillo. ¿Aún tenéis algunas monedas? Juntadlas y dejadme hacer a mi, que con la cara de Conrado no iba a colar... Ahora sólo he de acercarme a aquella esquina oscura de la plazuela, fingir el habla de un gañán, y ese gesto perdido que se le pone a veces a Servando... Y comentar con vosotros, en voz algo alta que vengo a probar eso del rampono a la capital... -Dijo Salvatore, belfo adelantado, encasquetándose el sombrero y bizqueando con aire teatral…

- ¡No exageres! -dijo Conrado, dándole un empujón en el hombro que casi lo hace caer. Pero Salvatore estaba convencido de que le había hecho gracia, aunque él siempre se riese hacia dentro.

Los avariciosos trileros, jugadores empedernidos y demás escoria local no tardarían en acercarse e invitarlos, casi con seguridad hasta el sitio adonde se habían llevado a Servando...

---
(El gran Salvatore, por Sherezade.)

No hay comentarios: