26 de abril de 2012

Persiguiendo a Amy 38.- Hernán


Ahora que estaba en frente de la puerta del monasterio, el hombre alto, no lo veía tan claro como cuando había asentido ante el plan de Lázaro.

- Que remedio… - Murmuraba para sí, al mismo tiempo que cogía aire y llamaba a la puerta - Espero que sean amables…

La mirada del hombre se elevó al cielo, le daba confianza hacer tal gesto, mientras la puerta del monasterio se abría dejando ver a un monje de pequeña estatura.

- Perdone, mi buen señor ¿Qué es lo que desea vuestra merced?
- Vengo de parte del padre Lázaro.
- ¿Del padre Lázaro? – Dijo el pequeño monje – ¿Qué es lo que desea el padre Lázaro?
- Una bonita túnica, digo un hábito para que pueda vestirse adecuadamente y un par de monedas para pagar la posada.

El pequeño monje le miró de arriba hacia abajo para terminar diciéndole.

- Tendrá que hablar con el monje Celestino – Dijo el pequeño monje invitándole a pasar – Entre señor… No vaya a ser que se congele, usted, antes de cumplir con su encomienda.

Tras un paseo por los pasillos del monasterio.

- Aquí es – Dijo el monje abriendo la puerta de un pequeño despacho - Celestino, este hombre dice no se que de un padre llamado Lázaro.

- Coge asiento, hijo.

Hernán cogió asiento mientras el hombre religioso no le perdía ojo de encima.

- ¿Que es lo que quiere el padre Lázaro?
- Un hábito para poder vestirse adecuadamente – Dijo Hernán entregándole la recomendación -
y unas cuantas monedas para pagar la posada además de proseguir el viaje.

Celestino leyó la recomendación y siguió su interrogatorio.

- ¿Y a que se debe dicha petición?
- Nos asaltaron el camino y debemos llegar a Zaragoza para cumplir con su misión religiosa.
- Ajá, ¿Y cómo se que usted me está diciendo la verdad?
- Porque si no fuera así, me sería más fácil robarlo que pedirlo. Además, ¿De qué me serviría a un hombre tan alto como yo, un hábito que le llega por las rodillas?

Celestino asentía con la cabeza mientras escribía algo en un papel.

- ¿Y el padre Lázaro necesita algo más?
- El no… - Dijo Hernán poniendo cara de pena profunda - pero, si le dieras a este humilde servidor una botellica de vino para el camino, no estaría de más.

Agachó la cabeza y termino por decir.

- Aunque a lo mejor sería mucho pedir a tan amables señores… Pero hace tanto que no pruebo nada mas que el agua que nos sirven en las tabernas…

Celestino le sonrió y ordeno al monje pequeñín que se le trajera la botella y las demás cosas pedidas. Unos minutos después apareció el monje pequeñín con lo que le habían pedido.

- Aquí tenéis, buen señor – Dijo entregándole las cosas, incluida la botella, a Hernán y acompañándole hacia la salida - Y que tengáis buen viaje.
- Muchas gracias señor – Dijo Hernán aferrándose a la botella - Seguro que el de arriba os lo pagará.

Hernán se despidió como si de un caballero se tratara del pequeño monje y se dirigió hacia Lázaro. Estaba feliz ya que tenía su botella de vino, la cual escondió al llegar donde se encontraba Lázaro

- Me han dado el dinero y la ropa… - Dijo Hernán mirando hacia otra parte y disimulando - Y nada mas…
- ¿Seguro?
- No, también me dieron suerte para el camino, creo.

El hombre empezó a caminar sin rumbo con la botella aun escondida dentro de sus ropas. Nervioso por si le preguntaban mas sobre lo otorgado. Y ansioso por poder abrir de una vez la botella de vino, ya que el alcohol era su pasión.

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Hernán, ese tipo alto, corre a cargo de Alexsparda.

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