19 de abril de 2012

Persiguiendo a Amy. 35.-Leonardo Medina

Leonardo observó, desencantado, cómo la joven abofeteaba e insultaba a su criada. Por un momento, notó cómo una oleada de rabia le calentaba el pecho y las mejillas. Malditos nobles y sus aires de superioridad... Ahora sí que no pensaba ser benévolo en absoluto con la muchacha. La observó fríamente, y más fríamente le respondió.

-No me queda otro remedio, señora. Mi dignidad me impediría hacer otra cosa. No puedo dejar a dos damas solas en la noche. Pero tal vez tengamos que dar un rodeo. Seguimos teniendo que buscar a nuestro compañero.

Le dio la espalda, girándose hacia la sirvienta que permanecía encogida, con la mano en el rostro. Le tendió una mano. Ella malinterpretó el gesto encogiéndose más. Al final, aceptó la mano que le tendía, así que Leo le ayudó a levantarse.

-Tranquilizaos, pequeña. No os volverá a pegar...

Miró a María cargado de intención. Luego le ofreció el brazo, como con desgana, mientras tendía la mano de la doncella a Salvatore, que de inmediato la sujetó, ofreciéndole apoyo.

-Creo que podemos empezar hacia allí. En todo caso, es la dirección que debemos tomar para llevar a estas damas a salvo a casa.

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