14 de febrero de 2012

Persiguiendo a Amy. 11.-María de Quintana + Leonardo

(María de Quintana)

Caminaba asustada junto al hombre que se había presentado como Leonardo. Apoyaba ligeramente su peso en él, agarrada como iba al pliegue de su brazo. Le dirigió una mirada de agradecimiento cuando él había evitado que aquellos bárbaros la degollaran; sin duda le debía la vida. Aquel hombre parecía el más educado y distinguido de todos, aunque había abusado de su confianza hablándole tan cerca de su oido, aprentando su cuerpo a la espalda de ella. Se ruborizó al rememorar ese momento, cómo sue cuerpo había permitido y celebrado el contacto de aquel hombre contra ella. Era la primera vez que le ocurría, siempre había mantenido la distancia con los demás caballeros. Iban a la cabeza del grupo, caminando algo separados del resto, situación que María aprovechó.

- Mi...mi señor. Debo agradeceros lo que habéis hecho por mi. Sin duda esos hombres no habrían dudado en darme muerte aquí mismo. Pero vuestra bondad me ha salvado la vida. - aferró con su delicada mano el brazo de él. Le miró con intensidad. Él le resultaba tremendamente atractivo - Estoy en deuda con vos.

Siguió caminando mirando al suelo y a punto estuvo de volver a tropezar, pero el brazo de Leo la sostenía con fuerza. Le miró agradecida nuevamente, a lo que él le respondió devolviéndole la mirada divertida. Aquella situación parecía hacerle gracia, pero ella no conseguía saber exactamente por qué.

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(Leo_Medina)

"Estoy en deuda con vos..." Leo adoraba esa frase. Implicaba muchas cosas, pero sobre todo implicaba que la muchacha empezaba a fiarse de él, que ya se la había ganado y que, de necesitarla, no podría negarse a sus peticiones... 

Sonrió encantado, aunque había algo que le escamaba... Había sido demasiado fácil. Demasiado... Si la muchacha hubiera sido una experta como él, no se habría tragado el cuento tan fácilmente...

Descartaba que se tratara de la primera vez que la chica se hacía pasar por noble. Su manera de actuar, su altivez y su orgullo... A él le había costado conseguir ese tono. De modo que... solo le quedaban dos opciones. O la chica era tan lista como para haber visto el engaño enseguida y les estaba siguiendo el juego o... ¡por la misa que podían meterse en un buen lío!

Leonardo pensó en acudir a su hermano y contarle su sospecha, pero la joven volvió a tropezar.

-Tenga cuidado, madame...

De modo que desechó la idea. Si quería ganársela totalmente, tendría que quedarse a su lado... Y si sus temores eran ciertos, vaya si tendría que ganársela... Así que allí permaneció, sujeto a su brazo, hasta las puertas de Huesca. 

-¿Y ahora, qué? ¿Dónde iréis, señora? ¿Lázaro? ¿Señores?

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(María, como siempre, a cargo de Xie)

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