4 de mayo de 2012

Persiguiendo a Amy 42.- Hernán


La mirada de Hernán estaba fija en las espadas de los soldados aragoneses, esperando que estas mostraran un poco de su acero, aun guardado en sus vainas para poder acabar con el dialogo, o más bien interrogatorio. Por suerte, Lázaro, no estaba con el plan de alargar más la conversación.

-Espero que a tus armas no les moleste el frío, Hernán. Me parece que va a tocar bailar...

El hombre alto sin embargo, ahora, tenía un problema sobre qué hacer con la dichosa botella que les había traído problemas. Se debatía entre dejarla salir a la luz y dejarla a un lado, o luchar con ella con el peligro de que la rompieran o se le cayera.

- No creo que les importe, Lázaro, siempre que haya un baño de sangre que calme el frío…

Aunque le gustaba luchar con dos espadas, esta vez, no sería posible debido a que había decidido al final mantener la botella guardada bajo la capa. Le costaba demasiado alejarse de la querida botella y quizás así no le regañara Lázaro.

- Tres para dos… ¿Qué eliges Lázaro? ¿Dos o uno para vos?

Hernán agarró con firmeza la empuñadura de la espada y desenvaino mientras observaba a Lázaro. Como era la costumbre en él, no empezaría la batalla hasta que Lázaro no lo hiciera.

- O sino, que elijan ellos, como prefieras Lázaro.

Hacía ya bastante tiempo que ansiaba algo de acción y ahora que la iba a tener, su cuerpo, lo celebraba con gran entusiasmo. Aunque quizás por derramar aquella sangre se meterían en mas líos de los deseados. Su instinto asesino crecía al medida que los segundos iban pasando mientras que su cuerpo empezaba a no sentir ni pizca de frío.

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(Hernán, ese tipo algo, a manos de Alexsparda.)

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