18 de enero de 2012

Persiguiendo a Amy. 1.-Lázaro

Lázaro se rascó la nuca, revolviéndose aún más, si cabe, el pelo. Lo hacía siempre que se paraba a pensar. Y lo cierto era que en ese momento necesitaba pensar. Llevaban un par de semanas en Aragón, fingiéndose partidarios de uno u otro bando según les conviniese, haciéndole creer a las gentes del camino que apoyaban a uno u otro ejército, a uno u otro grupo armado e, incluso, apoyándolos con las armas de ser necesarios, solo por avanzar, por sobrevivir y, por qué no, por ganarse la soldada. No les había ido mal, apenas habían sufrido bajas por el camino. Tan solo el francesito repelente, que no logró pasar de Lourdes y a quien Lázaro no iba a echar de menos en absoluto, y el joven italiano, que cayó en la última refriega. Lázaro buscó a su hermano con la mirada al recordar al italiano. Había hecho muy buenas migas con el otro, y estaba seguro de que sentía su ausencia… pero no había dudado a la hora de dejarlo atrás. El que caía, se que daba atrás, sin excepción. Eran las normas. No se esperaba por nadie…

Lázaro pensó qué habría hecho si el que hubiera caído fuese Leonardo. Quería pensar que sería lo suficientemente fuerte como para abandonar a su hermano y seguir adelante, acabar con aquello de una vez y luego volver a por él, aunque sabía que no lo haría. Habría mandado al cuerno a los demás, al resto del grupo, y se habría quedado con su hermanito. A fin de cuentas, sin él aquello no tendría demasiado sentido.


-Oye, Leo… ¿tú qué dices? ¿Bajamos a la capital o nos encaminamos hacia el oeste directamente?

Leonardo pestañeó volviendo a la realidad y se encogió de hombros.

-¿Qué más da? Cualquier cosa menos volver a Jaca de nuevo. No hacemos más que dar vueltas, hemos entrado como cinco veces a la ciudad. Y nadie sabe nada de ella, estamos perdiendo el tiempo. A lo mejor vino por Cataluña, a lo mejor… No sé, pero hemos perdido la pista de nuevo. Tú decides.

Lázaro volvió a rascarse la nuca, pero enseguida retiró la mano. Tenía el pelo sucio del polvo del camino y el sudor. Realmente sucio. Necesitaba un maldito baño desde hacía casi una semana.

-Supongo que podemos volver a Jaca esta noche. Al menos allí podremos dormir bajo techo antes de continuar el camino.

Y darse el maldito baño. Caliente, a ser posible. En ese momento Lázaro habría dado todo su capital por un baño caliente.

-Hablad por vos, señor… A mi apenas me quedan… -El hombre que había hablado rebuscaba ahora en su bolsa. –Veinte denarios. ¡Por la misa que hoy me toca volver a dormir al raso! Puestos a ello, prefiero hacerlo avanzando camino.

-Si no hubieras apostado todo tu dinero…

-Ya sabéis lo que dicen… no siempre se gana… Del mismo modo, no se ha de perder siempre. Llegará el día en que cambie mi suerte, sí señor.

-Vamos, Servando… La última vez tuvimos que prestarte hasta ropa… -Leonardo se echó a reír y el hombre se quedó refunfuñando sobre la mala suerte y los tramposos.

-De modo que volvemos al principio. ¿Zaragoza?

-Sea. Quizá en la capital hayan oído algo de la revoltosa. Conociéndola, seguro que no ha podido evitar pasar por una gran ciudad.

-¿Pasaremos por Huesca?

-Sí. Necesito un baño y dudo que lo encuentre en el camino…

Los hombres se rieron tomando la desesperación de Lázaro por un simple chiste. Que se rieran. Él pensaba conseguir ese baño tan pronto llegar a la ciudad oscense, aunque tuviera que dedicarse a allanar casa por casa hasta encontrarlo…

-¿Alguien sabe si hay casinos en Huesca?

No hay comentarios: