-¿Te parecen estas horas de ponerse a tocar? ¿Puede alguien explicarme por qué llevamos a un bardo dispuesto a practicar a cada poco?
Por suerte para el músico, la puntería de Leonardo pecaba de incierta a primera hora de la mañana, y la piedra le pasó a casi un palmo de la cara. ¿O había fallado a propósito? El joven no tenía la más mínima intención de comprobarlo, de modo que enseguida guardó el instrumento.
-Yo es que... ya había salido el sol y... me aburría en la guardia y...
Lázaro también se había levantado. Leonardo lo miró mientras se sacudía la ropa y se revolvía el pelo. Los otros hombres también se habían despertado y alguno revolvía en su parco equipaje.
-No hay gran cosa para desayunar...
-¿Nos ponemos en camino entonces? Así quizá lleguemos a Huesca antes del almuerzo...
Leonardo asintió y en un momento recogieron campamento. No habían recorrido un par de millas, cuando vieron una figura moverse a lo lejos.
-Por ahí se acerca alguien... ¿Qué opinas, Lázaro? ¿Somos asaltados o asaltadores?
-Por la cuenta que les tiene espero que sean víctimas, porque no tengo humor para emboscadas.
-Seguro que es una trampa...
Los integrantes del grupo acariciaron las armas y otearon el camino. Solo se veía una figura... ¿Cuántas más habría? ¿Estarían escondidos esperándolos? Hacerse preguntas no llevaba a nada, así que siguieron caminando.
-Igual saben algo de la revoltosa...
-¡Calla! Capaz es ella hasta de dirigirlos...
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