-¿Y si en Huesca o en Zaragoza tampoco saben nada de la revoltosa? ¿Qué vamos a hacer? Nos dirigimos a Castilla directamente? ¿Volvemos a Francia?
Lázaro suspiró. Leo podía ser un actor excelente, un luchador más que aceptable y un ladrón poco menos que mediocre, pero como optimista era un completo fracaso. Lázaro llevó la mano a la nuca, pero no llegó a terminar el gesto. Necesitaba ese baño y empezaba a estar dispuesto a matar por él.
-Aquel sacerdote en Lourdes dijo que había pasado por allí, ¿no? Y que le había contado que venía a España, aunque no recordaba si buscando las raíces de su padre o de su madre. Y, conociéndola, yo diría que padre… así que nos deja un área de… aquí a Segovia, más o menos.
-Ya podía haber sido más específica, voto a… De todas formas, el sacerdote también nos dijo que nos iba a dar asilo y ya ves lo poco que tardó en denunciar a François.
El maldito francesito. Casi les habían linchado por culpa de aquel maldito bastardo francés, que no tuvo mejor idea que...
-Se lo merecía. Era un necio y un hipócrita.
-Ya…
-¡Eso por descontado! Echáis de menos a la moza, ¿eh?
-¡Métete en tus asuntos, mentecato!
Empezaron a discutir. Eso se les daba muy bien. Si no era por el camino, era por el tiempo o por la paga, por el juego, mujeres, religión o política, tanto daba. El caso era discutir. En el fondo era buena cosa. Los agresivos paliaban su agresividad a gritos (o a golpes, cuando la cosa se calentaba demasiado) y los más dados a la dialéctica tenían dónde meter baza. Y permitía a los hermanos Medina echarse a un lado y planificar el viaje, el asalto o lo que tuvieran en mente.
Lo malo era que los gritos atraían a los asaltadores como la miel a las moscas, pero por suerte ese día debían estar de descanso porque no se cruzaron con ninguno. El camino transcurrió tranquilo hasta la puesta de sol, montaron el campamento y organizaron los turnos de guardia. Lázaro supervisó la operación, observó como el primero de la noche ocupaba su puesto y se envolvió en la manta para intentar evitar el frío que amenazaba con morderle hasta los huesos.
-Y, por el Altísimo, que alguien le quite los dados a Servando… ¡La última noche le oí apostándose el desayuno con una ardilla!
1 comentario:
ala!venga discutir!menos mal que no habia furgol!!
(voy poniendome al dia con las entradas)
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