16 de junio de 2012

Persiguiendo a Amy 57 .- Leonardo (Último capítulo)

Había apurado la botella con calma, trago a trago, sentado en la cama. No la había soltado siquiera cuando los vapores del caldo francés le habían nublado la mente y se había adormecido. Aún la sujetaba cuando se abrió la puerta y pensó que soñaba las dos figuras que entraban. Sonrió cuando vio a la mujer. Una mujer con la que calentar la cama. Era exactamente lo que necesitaba.

Sin embargo, la voz de Lázaro vino a romper todas sus ilusiones. Más aún sus palabras. ¿Devolverla? ¿Llevarla de nuevo? ¡Que lo colgaran si quería volver a vérselas con el abogado! ¡Y mucho menos borracho como estaba! Si Lázaro no hubiera dicho lo de la recompensa he habría lanzado la botella sin dudar. Prescindir de ella facilitaba las cosas, podía soltarla en su casa, llamar y marchar, evitando todo problema. Renunciar al dinero haría que renunciaran a toda pesquisa, ya de puestos, y eso, tras el incidente de la timba, les beneficiaría. Aún así tenía que intentarlo...

-¿Llevarla? Estoy borracho. Y dormido. Llevadla vos si os place, señor, yo no puedo moverme más por hoy...

-Y que sea ya.

Y por si fuera poco, estaba de mal humor...

Era tarde y la moza era reacia a quedarse en la hacienda. Tuvo casi que arrastrarla hasta allí y luego convencerla con suaves palabras de que volvería. Mañana. A por la recompensa. No lo dudéis. Un suave beso y un par de caricias que dejó que ella adelantara. Cuando llegó de regreso a la taberna, ya el amanecía y sus compañeros no tardarían en bajar. Se habían acostumbrado a ello de un modo casi militar. Se reunían al amanecer, recibían órdenes, y si no eran inmediatas, volvían a dormir mientras pudieran, de modo que ya estaban gastando parte del botín del día anterior en cerveza, pan y algo de carne cuando llegó el bardo con las nuevas de la Revoltosa.

- ¿Amy?

Los hombres se miraron y apenas tuvieron que hablar. Vaciaron sus vasos y en apenas unos minutos ya habían recogido sus escasas pertenencias y estaban listos para partir de nuevo.

-Por el báculo del Papa, ya podían haber esperado un par de días más vuestra zagala, ¿no? Malditas las ganas de echarse de nuevo al camino...

Pero volvieron al camino, como siempre hacían.

-Pezzo di... ¡Si no me habéis dado tiempo de desayunar!

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