31 de diciembre de 2011

Capítulo 20 - La dignidad perdida

Estaba tan cabreado que por un momento dejó de pensar. Ya estaba bien. Ya estaba más que harto. Demasiado harto.

-¡Claro que no! ¡Por supuesto que no deberíais haberme metido en esto! Ya me diréis qué coño pinto yo aquí, ¡joder! ¿Sabéis cuál era mi plan de hoy? Levantarme, ducharme, mandar las putas fotos de ayer a la agencia y dormitar en el sofá... o en la misma cama el resto del día. ¿Era tanto pedir? ¿En serio? ¿Un puto domingo tranquilo?

Se había puesto de pie y ahora los encaraba, sobre todo al hombre del traje.

-No te pases, Simón, haz el favor de volver a sentarte.
-Sombra...
-¡Ni Simón, ni Sombra, ni hostias! ¿Pero qué os habéis pensado que soy? ¿Un puto juguete que andar arrastrando a vuestro antojo? ¡Sí! ¡He dicho vuestro! ¡Hablo contigo también, Gato! ¡Empiezo a estar muy harto! ¿Sabías que esto tenía que ver con los rollos de tu padre y no me dices nada?

Sombra pudo advertir un pequeño matiz de sorpresa en los dos matones articulados y se volvió hacia ellos.

-Sí, padre, no teníais ni idea vosotros tampoco, ¿verdad? ¿Qué pensabais, que se apellidaban igual para darle más énfasis al rollo odio-odio que se traen, como una novela barata de sobremesa? Antares vs. Antares, the final battle... ¡Pues ya podéis jugar vosotros esta última partida porque yo me las piro!

Dicho esto se giró hacia la puerta, recuperando de golpe todo su orgullo, su valor y su dignidad perdida. No le duraron demasiado.

-Siéntate, Simón.

Se quedó clavado en el sitio. Era ese tono de "estás en un lío del quince, chaval, y la colleja que te va a caer es de órdago" que tan bien conocía, solo que ya no tenía 8 años y el chasquido de las armas de los matones al cargarse, no auguraban nada bueno. Por un momento, echó de menos las collejas.

Volvió a darse la vuelta y se sentó otra vez. Refunfuñando, eso sí. Podrían quitarle la vida, podrían quitarle la libertad... pero no le iban a quitar el placer de quejarse.

-En el fondo tiene razón.
-Cállate.
-Pero es que es verdad, y yo tampoco sabía que eso tenía que ver contigo y...
-He dicho que te calles, Gonzalo.

Sombra maldecía para sus adentros, pero no podía dejar de ver que, de algún modo, pese a las pistolas, los matones y toda la parafernalia, la balanza se había inclinado un poco, solo un minúsculo poco, a su favor. Lo veía en la duda de los tipos, en la manera nerviosa de moverse de Claudia. Jo, cómo había crecido la renacuaja de Claudia, cómo se había puesto... Jo, y seguía siendo tan insufrible como con 6 años...

El Gato también pudo ver la duda, porque decidió seguir metiendo baza.

-Vamos, papá... Si llego a saber que se la tenías jurada a esos tipos, no les habría echado un cable y lo sabes...

Y, lo peor, es que funcionó. El señor Antares resopló y con un gruñido le hizo un gesto hacia la puerta.

-¿Pretendes que me crea que no sabías nada? -El Gato recurrió a su cara más inocente. Le salía demasiado bien. -Muy bien, muy bien... Lárgate con tu amiguito si es lo que quieres, pero hablaremos en mi casa, sin tanta gente, a la noche. Ni se te ocurra desaparecer o te encontraré y me dará igual que seas mi hijo o un gato callejero. -Sonrió con su propio chiste. -Ni se te ocurra llegar tarde a la cena.

El Gato agarró a Sombra del brazo y tiró de él antes de que tuviera tiempo a pensar nada más, mientras que Claudia los atravesaba con la mirada. Lo obligó a correr escaleras abajo.

-¿Eso es todo? ¿Te invito a cenar y se acabó? ¿Me estás tomando el pelo, Gato?
-No seas imbécil... -Abrió el coche y  le invitó a entrar. Sombra, aún algo alucinado, obedeció, sujetándose la muñeca con un gruñido sordo.
-Voy a tener que ir al hospital... maldita sea...

El Gato no contestó, solo arrancó y enfiló carretera alante. Sombra empezó a extrañarse cuando el coche salió de la ciudad y cogió en dirección al aeropuerto. En el siguiente semáforo, el Gato, se giró hacia él, mostrando su mejor sonrisa de divo.

-¿Has estado alguna vez en Brasil, Sombra? Seguro que te va a gustar...


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Fin.

Muchas gracias por haber estado ahí.

Como habéis sido buenos, os dejo una última votación como regalo de Reyes. ¿Qué queréis como epílogo?

a) ¿Qué había en las fotos de la cámara?
b) ¿De dónde salieron las nueces?
c) ¿Qué favor quería Ella?
d) ¿Qué había en las fotos que robó Sombra?
e) ¿De dónde salió el cadáver?
f) Si se os ocurre algo mejor... Ya sabéis. Comments!

¡¡Y FELIZ AÑO NUEVO!!

2 comentarios:

Kimuko dijo...

Mmmmm... ¿Todas las anteriores? :P ;)

¡Jo!

Anónimo dijo...

¿Brasil? ¿Y se lleva la cámara de fotos? Porque yo conozco a uno que una vez fue a Brasil y... bueno, no me enteré muy bien pero creo que tuvo que salir corriendo a punta de pistola por hacer unas fotos.

En fin, me sumo a Kimu, yo también votaría por todas las opciones y que el epílogo sea una segunda temporada completa.

Bicos,
Gabriella.