14 de abril de 2011

Capítulo 4 - Las llaves

En el cruce, a la izquierda. Dos calles más allá, a la derecha.
El dolor de cabeza parecía habérsele asentado en la parte de atrás de la cabeza, casi en la nuca. Era más llevadero, pero a cambio, empezaba a tener náuseas.
11, 13, 15… Allí estaba. El número 17. Volvió a comprobar la dirección y sacó una de las llaves del paquete. Necesitó tres intentos para acertar con la cerradura. Coincidía. Adentrarse en la fresca oscuridad del portal le pareció lo mejor que le había pasado ese día.

Subió en el ascensor. Era un segundo, pero no se atrevió a enfrentarse a las escaleras, que lo miraban de modo amenazador. Al ir a entrar, casi se lleva por delante a una mujer que salía acelerada, con un bolso bajo el brazo en el que habría podido meter la mitad de su casa. Murmuró una disculpa que bien podría haber sido un gruñido e, ignorando la mirada furiosa de la mujer, pulsó el número del piso. Se apoyó junto al cuadro de números y cerró los ojos. Fue un recorrido corto, que se le hizo más corto aún debido a esa extraña sensación que le atenazaba el estómago.

-Tú eres gilipollas, Sombra… ¿Se puede saber qué coño haces aquí? Verás que la acabarás liando…

Fue rezongando por el pasillo hasta llegar a la puerta. Sacó la llave de seguridad y, tras un par de intentos, abrió la puerta.

-¿Hola? –Solo le respondió el silencio. -¿Hay alguien?

Entró en un piso que, a simple vista, parecía amplio. En la entrada, todo el mobiliario lo componían una mesita baja y un espejo alto. Sombra se quitó las gafas, pero no pudo ver más que su silueta reflejada. Estaba oscuro, así que se encaminó a lo que parecía ser el salón y tanteó la pared en busca del interruptor de la luz. Achinó los ojos cuando el foco amarillo se iluminó.
Era una sala grande; un bonito sofá gris y varias estanterías. Había una televisión en la pared y una mesita baja sobre una alfombra y…
Sombra se quedó helado. Durante unos minutos permaneció allí, clavado en el sitio, sin apenas moverse. Cuando lo hizo, solo pudo llevar la mano al bolsillo y marcar el botón de rellamada. Una vez. Dos. Tres. Cuatro…

-¿Tú qué quieres, Sombra, que acabe contratando a alguien para que te pegue una paliza o qué? –Su voz sonaba cansada.
- Gato…

El tono de su voz debió sonar lo suficientemente acojonado como para que Gato se preocupara.

-¿Qué pasa?
-¿Qué coño pasó anoche?
-Pregúntaselo a tu nuevo amiguito.
-A mi… -De pronto tenía frío. Mucho, mucho frío.
-El tipo ese alto, de pelo rapado… ¿O es que tampoco te acuerdas de él? –Cínico.
-¿Rapado? ¿Y con un tatuaje de un dragón en el brazo?
-Ese mismo. Vas y se lo preguntas y…
-Gato… -Ahora sí que tenía nauseas. –Creo que estoy delante de su cadáver.
-¿Pero qué…?

Hubo un largo silencio, cargado de incredulidad, asimilación, comprensión y miedo. Por parte de Sombra, sobre todo miedo.

-¡Te dije que no era trigo limpio! ¡Imbécil! Corre. No toques nada, ¿me oyes? ¡Nada! Lárgate de ahí. Voy para la tienda. ¡Corre!


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Vuestro turno:

Sombra cuelga el teléfono y…
a)      Le hace caso y echa a correr a la tienda del Gato.
b)      Llama a la policía.
c)      Se recompone y hace un par de fotos. Algo así le arregla el mes a cualquier fotógrafo.
d)     ¿Vosotros haríais cualquier otra cosa? ¿Qué? Contádmela.

Dejad vuestro voto en la encuesta de la derecha. ¡No olvidéis votar!

4 comentarios:

Kimuko dijo...

Hace un par de fotos y echa a correr a la tienda de Gato. Sabe que le pueden causar problemas, pero también que podrá usarlas en el futuro si las cosas se complican :P

^_^

P.D. ¡Por fin estoy aquí, guapa! ¡Mmuuua!

Faith dijo...

Claramente, hubiese sido mejor haber acudido a la cita con la chica en le primer capitulo, o ir a casa de Gato...pero no...tuvo que picarle la curiosidad! jejeje.

Sacaría las fotos, custodiando la cámara con mi vida, y procuraría limpiar las huellas que haya dejado al ir palpando a oscuras, me piraría a un lugar lejano, arbitrario, guardaría las llaves tras alguna piedra o en algún sitio que no pudiesen relacionar conmigo si las encuentran, pero que me permita recuperarlas en un futuro, y acudiría a la tienda de Gato, rezando porque la señora que se chocó conmigo no me reconociese.

Lu dijo...

Kimu!!!! Faith!!!
Mucho os aburrís por Alemania... ¡¡Volved!!
Os miss you...

Mk mk ^_^

(Telo, faltas tú por comentar...)

Anónimo dijo...

Que salga corriendo a pillar a la señora que fijo que es la asesina.