3 de marzo de 2011

(Otra del maldito de ojos claros)

¿El infierno? Ya sé que está ahí esperándome para cuando la Gran Meretriz me venga a buscar… no espero otra cosa. Pero de momento pienso retrasar la cita lo más posible, ya ves.
En tus amenazas no veo más que reflejos de miedo. Me tienes tanto tanto miedo a pesar de que tú llevas armas y yo no… Tanto miedo que te resguardas detrás de tus amenazas sosegadas para no echarte a temblar en mi presencia.
¿Sabes qué es lo mejor? Me gusta.
Me gusta tu miedo inconfeso, ese temblor disimulado en la comisura de la boca cuando me insultas, ese modo con el que tomas tu ballesta y me apuntas directamente al pecho y me susurras que en el infierno encontraré muchos amigos…
Me gusta.
Pero también me gustan tus amenazas, repetitivas y nerviosas, tu forma de sentirte amenazada cuando me acerco mucho a ti, como te enervas cuando te llamo encanto o te brindo un gesto amable de cortesía.
Me gusta. Tu frialdad, tu desdén, tu desprecio. “Este chico le va a gustar al capitán” y pese al cinismo de tu risa no consigues sonar tan amenazadora como pretendes.
-Vaya… si al final me vas a acabar gustando…

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