9 de septiembre de 2011

La tinta callada

Quería escribir, como siempre, pero la fuente de sus ideas se había secado, igual que las hojas del pasado otoño, del próximo otoño. Se marchitaron las historias y se volvieron polvo, que voló con el viento, como en una canción, a través del tiempo.

Tenía los dedos llenos de tinta y el papel en blanco. Otra vez. Como siempre. Porque ese era su nuevo siempre. El sueño se esfumó con Ella. Y Ella no iba a volver. No la dejaría volver.

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(Otro pedacito de nada, mientras no tengo capi nuevo...)

(Con permiso de La Dama del Alba... Y si no me lo da... Sorry, darling... Ahora ya es tarde...)

2 comentarios:

Ariadna dijo...

¿Y en qué momento me perdí yo esto?

Ya sabes que tú siempre tienes permiso para lo que quieras.

Realmente es una canción muy bonita ¿verdad?

Mil besos (ausentes de virus, lo prometo)

Lu dijo...

¿Permiso para lo que quiera?

Mi madre suele decir "A rico non debas e a pobre non prometas" :P

Últimamente no me saco la canción de la cabeza.
Mil besos para ti también. ¡Y deshazte ya de esos virus!