20 de septiembre de 2011

Capítulo 15 - La mensajera

- Creo que, de meterme en la boca del lobo, prefiero hacerlo con un gato con las garras afiladas al lado...

El Gato le obsequió con su mejor sonrisa de perdonavidas tras las gafas de sol y cerró la capota del Mercedes. Salió al tiempo que Sombra y cerró el coche, que les despidió con alegre pit-pit.

-Anda, vamos.

Subieron las escaleras. Eran dos pisos (¿de nuevo dos pisos?). Sombra tuvo una ligera sensación de alarma al darse cuenta, pero aún así decidieron pasar del ascensor de modo tácito, tal vez porque a ninguno de los dos les apetecía encerrarse cuando se sabían camino de una trampa.

Al subir los últimos escalones, Sombra, que iba delante, sacó el móvil para llamarla y preguntarle la puerta, pero entonces la vio. Les estaba esperando en el rellano, sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Estaba jugando con el móvil, y parecía aburrida. Con su pelo corto y sus mechas azules. Los mismos vaqueros raídos y una camiseta negra aún más ajustada y corta que la de la mañana. Y los mismos piercings. Sombra no pudo evitar conectar los rayos X de nuevo, pensando, tras la neblina de la resaca, dónde más estaría agujereada.

El Gato estaba enterado de su malsana obsesión, así que se le acercó para susurrarle al oído.

-Apuesto dos botellas de ron a que tiene otro en el ombligo. Y ninguno más.

Fue más o menos en el instante en que Sombra susurraba un quejumbroso "y dos cajas de aspirinas" cuando ella levantó la cabeza y los miró. Hizo un gesto de desagrado absoluto al ver al Gato y se levantó del suelo, apoyando la mano libre en la pared, sacudiéndose luego los pantalones con ella. La otra la mantenía bien sujeta al móvil.

-Llegas tarde.

Hizo amago de acercarse a una de las puertas, pero volvió a mirarlos y abrió el piso de al lado, invitándolos a entrar con un gesto de la mano.

-Tú primero.

Los precedió encogiéndose de hombros, sacando la llave de la cerradura. Se la tiró a Sombra tan pronto traspasó el umbral.

-Cierra. No hacía falta que te trajeras a la niñera, ¿sabes? -Desapareció apenas unos segundos en uno de los cuartos y salió con una cerveza en la mano. Se sentó en un desvencijado sofá. -¿A qué coño has venido? ¿Eh?

Sombra observó el piso, o lo que podía ver de él. Estaba aún peor de lo que podían estar sus neuronas en ese mismo momento. Era un lugar oscuro y pequeño, y todos los muebles ya eran viejos antes de él nacer. Había varias revistas tiradas en el suelo, un par de botellas de cerveza se sumaban en la mesa a la que dejó la muchacha y una prenda de ropa sin identificar yacía en un rincón. El sofá donde se sentaron él y el Gato estaba machacado y descolorido, y tenía varias manchas en las que prefirió no pensar.

-Pues verás...

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Sombra...

a) Decide sincerarse y le cuenta todo a la muchacha.
b) Le hace un interrogatorio en tercer grado.
c) Le da el turno de palabra al Gato que sabe más.
d) Se hace el avión y le tira los trastos.
e) ¿Otra? ¿Cuál? ¡Dejadme comentarios!

3 comentarios:

Ariadna dijo...

Hombre pues la interroga ¿no? Que, sinceramente, la tía puede estar todo lo agujereada que quieras, pero no están en una situación como para andarse con chorradas xD

Kimuko dijo...

Jajajaja.

Empieza a hablar, se interrumpe y deja hablar a Gato pero luego se dedica a interrumpir a Gato con aportaciones y a mirarla fijamente y echarle los trastos cuando puede hasta que Gato se cabrea :P XDD

No debería hacer eso, y necesita a Gato, pero Sombra es así, no lo puede remediar :P XD

Albos dijo...

OMG! Iba a decir exactamente lo mismo que Kimuko, quizá no con las mismas palabras, pero la secuencia era así tal cual. "Empieza Sombra, sigue Gato porque Sombra tiene menos estilo, pero Sombra se pone a tontear con la tía añadiendo siempre la puntilla y..."

Muy bien, Kimuko, así da gusto xD.