27 de julio de 2011

Capítulo 12 - Distintas versiones

Sombra tomó aire con fuerza y asintió.

-Vamos dentro...

Temía cruzar el umbral, de algún modo. Pero también, de algún modo, era el Gato y no podía evitar sentirse en casa allí. Vale que el apartamento del Gato hacía sentirse en casa a cualquiera... pero era diferente. Se dejó caer en el sofá, bajo la mirada amenazante de los dos colegas que ya estaban allí.

-¿Quieres tomar algo?

Era una pregunta retórica. El Gato ya estaba llenando de ron un vaso de tubo. Sombra contaba con los dedos.

-¿Cada cuanto tiempo se puede tomar una aspirina?
-¿Cuántas llevas?
-Creo que... tres. O cuatro.

El Gato lo miró fijamente, analizándolo unos instantes antes de apartar el vaso que le tendía. Le dio un trago antes de dejarlo sobre la mesa.

-Igual deberías parar. -Le tiró un par de hielos con la mano, que Sombra frenó y recogió malamente, y una botella de agua que le golpeó el pecho. Con fuerza. Argh. Y se sentó en el otro sofá, frente a él. -Venga. Empieza a largar.

Sombra se pasó el hielo por la nuca. Ayudaba un poco. Poco.

-Una o dos más no me van a matar... -La mirada de Gato le decidió a no seguir por ahí. -Vale... No hay mucho más que contar. No recuerdo nada de anoche. Igual deberíais empezar vosotros por ahí... Vamos, Gato, sabes que yo no te pegaría. No soy tan idiota. Debía estar... drogado o algo.
-Estabas prácticamente sobrio aún. No tienes excusa. -El moratón del ojo no sumaba grados al frío de su mirada. Estaba más helada que las dos piedras que Sombra sujetaba contra su nuca. -Llegamos al Delirium, pedimos, y al rato llegó el pirado aquel, te dije que era mal tipo y no me hiciste puto caso. Os fuisteis a hablar al baño como dos buenas amiguitas y al rato apareciste, me golpeaste, te golpeé y te largaste a la carrera con ese hijo de puta. Tienes suerte de ser mi amigo... o de haber sido mi amigo, Sombra. He estado a esto -juntó el pulgar y el índice a la altura de sus ojos- de pedirles que te las devolvieran una a una. Con intereses.

Sombra se echó hacia atrás, cerrando los ojos. No los abrió para hablar, sino que se quedó así, derrotado, jugando con el hielo.

-No me acuerdo de nada, en serio. Me levanté esta mañana con la peor resaca de mi vida, me trajeron el paquete con la dirección y las llaves, fui pensando que sería algún tipo de broma o de movida tuya y me encontré al fiambre que, te juro que sigo sin saber quién coño es, y a la pasma en la puerta. Salí de allí en cuanto se despistaron y en la puerta me esperaban cuatro tipos. Corrí, subí al bus, cogí un taxi y aquí estoy. Y no tengo ni puta idea de qué ha pasado.
-¿No tienes fotos de anoche?
-No.
-Mucho me extraña.

Sombra se echó hacia alante con un suspiro, mirándolo por fin.
-Perdí la cámara pequeña.
-Muy conveniente.
-En serio... Bueno, tengo esto. -Sacó las fotos que había cogido en el piso y las dejó sobre la mesita, junto a los vasos de los otros dos, que escuchaban en silencio. -Son buenas, ¿eh? Pero no son mías. Las tenía el cadáver en la mesa del salón. -El Gato las cogió y torció la boca. -Ah... y esto... -Sacó el tiket de la consigna y se lo tendió.

El Gato le dio la vuelta al papel, separando el que lo acompañaba.
-¿Y el número?
-De la mensajera. La que trajo el paquete.
-¿Te la tiraste?
-¡No! Me lo dio...
-¿Y por qué diablos te iba a dar su número? -Alzó una ceja.
-¡Y yo qué sé!
-¿Llamaste?
-No...

El Gato se quedó mirando las fotos y los papeles un buen rato, en silencio, mientras los otros dos cuchicheaban.

-Vale... Podemos... Alguien tiene que ir al piso a borrar tus huellas, porque apuesto a que has dejado todo hecho un cisco... Y necesitamos ver si tienen más fotos por ahí. Con suerte la policía no iba allí por el cadáver y no han revisado aún el piso... ¿Sigues teniendo la llave? -Sombra asintió. -Creo que deberíamos recoger lo que sea que dejaste en la consigna y... Y deberíamos buscar tu cámara... ¿Y llamar a la zorra esa de mensajería por si sabe algo?

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Decisiones, decisiones, decisiones... ¿Por dónde empezamos?

a) Se van al piso del muerto.
b) A la estación de tren.
c) Al piso de Sombra.
d) Llaman a la mensajera.
e) ¿Otra? ¿Cuál?

20 de julio de 2011

Encuesta capítulo 11

No tengo muy claro qué le pasó a la encuesta estos días. Primero no aparecían los votos, ahora de pronto aparecen todos, sale un cuadro chiquitajo... qué sé yo...

El caso es que ha terminado el tiempo de votación (ya hace, lo sé) y los resultados que da (ya contaba con contabilizar los votos a mano alzada, pero dado que el resultado final no varía...) es de 12 votos totales, 11 a la opción a y 1 a la b.

En algún momento estos días tendréis el próximo capítulo. No desesperéis, para eso ya estoy yo. ;)

11 de julio de 2011

Capítulo 11 - La pelea

-¿Qué coño te ha pasado?
-¿Me tomas el pelo?

Sombra parpadeó en silencio, aún asimilando los golpes de su amigo. Sea quien fuere el que le había hecho eso, había sido un estúpido. Nadie se metía con el Gato y salía indemne. Si era cuestión de contactos, el Gato ganaba al más pintado.
Pero en ese momento lo miraba fijamente y levantaba una ceja, en ese gesto chulesco que tan bien tenía ensayado. Solo que nunca lo había ensayado en semejantes condiciones, así que lo siguió otro de dolor.

-¿De verdad no tienes ni idea?
-No. -Sombra se frotó los ojos. Necesitaba beber algo. Y comer algo. Y dormir. Veinte o treinta horas. Y otra media docena de aspirinas. -Ya te dije que no recuerdo absolutamente nada después de la cena.  ¿Quién fue tan imbécil como para hacerte eso?

Acompañó la pregunta con un gesto de la mano hacia él, que el Gato debió malinterpretar, puesto que retrocedió un paso. Aún así lo miraba incrédulo.

-Tú, Sombra. El imbécil fuiste tú.

Y tal cual de imbécil debió de quedársele la cara, puesto que el Gato le dio paso a la casa.

-Anda, entra. Pero te lo advierto: hay más gente dentro. Si te pones tontito no duraré en decirles que te peguen tal paliza que no la olvidarás en tu vida, ¿de acuerdo?

La sonrisa del Gato. La sonrisa de "no la olvidarás en tu vida" del Gato. Algo enturbiada por culpa del corte del labio, pero seguía siendo su sonrisa, la que ponía antes de arruinarle la vida a alguien. Genial.

A Sombra no se le ocurría ningún motivo lo suficientemente plausible como para querer jugárselo todo metiéndose con el Gato. No conocía a nadie lo sificientemente estúpido como para eso. Pero es que además, el Gato era su mejor amigo, era su amigo desde hacía siglos. El Gato y su Sombra. No tenía el más puto sentido.

Y sin embargo, explicaba perfectamente lo dolorido que se encontraba, los moratones que le pareció verse en la ducha... Se llevó la mano a la nuca, frotándosela, intentando pensar. Estaba desconcertado, de nuevo sin saber qué hacer, mientras que la encantadora sonrisa del Gato brillaba en casi todo su explendor.

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Vuestro turno.

Sombra...
a) Respira hondo y entra en la casa.
b) Respira hondo y le dice al Gato que mejor hablan fuera.
c) Le dice al Gato que se dejó algo encendido y huye a casa.
d) Otra. ¿Cuál? Comentarios aquí.

10 de julio de 2011

Encuesta capítulo 10

Por un momento me asustasteis con ese triple empate... Pero está bien está bien... preguntaremos al Gato... =P

4 de julio de 2011

Rojo miedo.

Como os he tenido un poco abandonadillos allá atrás con el lío de los exámenes (¡¡¡aprobé todos!!!) y todo eso, os dejo aquí, en pago, otro de esos pedazos de nada, otra ida de olla de estas mías, mientras esperáis al próximo capítulo.

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Entró, con bermejos regueros de sangre recorriéndole el rostro, como lágrimas macabras de penas insondables. Mi sangre. Tu sangre.
Entró y no dijo ni media palabra, mirándonos tan dulce que el diablo se convirtió en ángel y engañó nuestras almas. Y nos miró, tan triste, que nos compadecimos del asesino y lloramos con él. Mis lágrimas. Tus lágrimas.
Nos quisimos esconder de su embrujo en la oscuridad, pero la oscuridad lo amaba y nos mostró desnudos a sus ojos, más hermosos que la noche, refugio de esa oscuridad misma donde soñamos refugiarnos. Mis ojos. Tus ojos.
Y nos abrazamos, temblando como niños, con la súplica prendida de nuestros labios cansados que no sabían ya obedecer y apenas hacían más que clamar su nombre. Mis labios. Tus labios.
Y lloramos mientras se acuclillaba junto a nosotros y nos tomaba de la mano, con sus manos de niño travieso, y nos sonreía de nuevo y nuestro corazón, bombeando el metal de nuestra sangre, se volvía a rendir a su voz. Mi miedo. Tu miedo.
El miedo.

2 de julio de 2011

Capítulo 10 - Heridas de guerra

Dio un par de vueltas al recibo de la consigna, incrédulo.

- ¿Y esto...?

Lo guardó junto con el número, comprobó que le quedaba algo de dinero (10€ y algunas monedas. Y aún sin comer. Planazo.) Y paró al primer taxi que, por fortuna, pasó por allí con la luz verde encendida. No era un gran coche, el conductor iba demasiado rápido y era un poco borde, pero visto lo visto...
Dio la dirección de casa del Gato (lo conocía lo suficiente como para saber que no iba a seguir en la tienda esperándolo) y se recostó en el asiento, rogando que el conductor decidiera bajarle el volumen a la maldita radio y que el taxímetro no subiera de los 10€ de marras. No lo hizo. Ni el conductor, ni el taxímetro. Lo cual ya era algo...

Llamó al timbre de la casa y oyó la llave descorriendo el cerrojo, demasiado tiempo después de que se oscureciera la mirilla. No le daba muy buena espina, la verdad. Pero bueno, ahora el Gato aparecería en el umbral, con su cara de estrella de cine perdonavidas y su aire de divo fantástico y...
Y Sombra se quedó congelado cuando la puerta se abrió.

Las gafas de sol no ocultaban totalmente el ojo amoratado, y el corte que lucía en el labio desmejoraba mucho la imagen de galán de su mejor amigo.

El Gato hizo un gesto con la mano, menos ágil de lo normal, como dolorido, bloqueándole la entrada y suspirando agotado. Al menos seguía siendo capaz de cargar un gesto tan sencillo de una dosis de desprecio absoluto, algo quedaba del Gato original...

- ¿Es que no he sido lo suficientemente claro, Sombra? ¿A ti qué coño te pasa?

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Flipa. El intocable Gato, apaleado. Ahora sí que Sombra está descolocado...

a) De modo que, pasando de todo, le pregunta sobre sus heridas.
b) Si es que ya no puede más... Sombra le cuenta todas sus desventuras, allí mismo, en la puerta.
c) Sombra desespera. Se vuelve a casa corriendo para meterse en la cama.
d) Decide hacerse el longuis, ignorar las heridas del Gato e intentar entrar en la casa.
e) ¿Otra? ¿Cuál? Estáis tardando en comentar.

Encuesta capítulo 9

He aquí los resultados de esta semana. Por lo visto, Sombra ha decidido volver junto al Gato (si es que siempre vuelve, voy a empezar a pensar mal de él... Tanto hablar de "ella" y luego... Tsk... )


¿Preparados para seguir corriendo?