28 de diciembre de 2010

La Dama Negra (más RP con Lázaro...)

Observó la figura estática que los observaba envuelta en la oscuridad y no pudo reprimir un gemido preocupado, más cuando Hernán ni siquiera se había percatado de su presencia. El tiempo que había pasado con los monjes no le había lavado el alma de las supersticiones que le habían inculcado de pequeño las mujeres de la casa donde "trabajaba" su madre: el hecho de que el timbre de la voz no se le antojara del todo extraño, no le quitó esa sensación amarga. La dama negra que llegaba al final, siempre al final, para acompañarte hasta la otra orilla, junto al Altísimo. La Gran Meretriz, que decían las rameras, compañeras de su madre, con la que al final, todos nos acostamos.

Los monjes decían que no eran más que leyendas estúpidas, que la muerte no era más que un proceso por el que el alma viajaba junto al Señor, no una dama... pero él no podía dejar de imaginarla así, con el rostro cubierto por los velos oscuros y esos labios capaces de llevarte al otro mundo con un simple roce...

24 de diciembre de 2010

Derechos de la Infancia

"No basta con que no me pegues y no me hagas daño, tienes que aprender a tocarme, acariciarme, abrazarme, cantarme, mecerme. No es suficiente con que no me golpees, tu cuerpo tiene que ser cuenco, hogar y abrazo para mí. Protégeme de los abusos sexuales, pero también respóndeme a las pregúntas, cuéntame la verdad y haz que crea que la gente se puede querer. El cariño, para mí, es tan importante como comer.

(Según mis apuntes de Intervención con familias y atención a menores en riesgo social, está tomado de Necesidades en la infancia y en la adolescencia, pág 11)

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Los derechos de los animales fueron reconocidos antes que los de la infancia. La primera vez que se defendió en los tribunales a una menor por una situación de malos tratos, lo hizo la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad con los Animales. La menor se llamaba Mary Ellen Willson y la Sociedad logró una condena de sus familiares alegando que Mary Ellen tenía los mismos derechos que un animal y, por tanto, no podía ser maltratada.

Hitos en la declaración de los Derechos de la Infancia:

-1923: Declaración de Ginebra
-1924: Carta de los derechos de la Infancia (frustrada por la 2ª GM)
-1939-1945: 2ª GM
-1946: Fundación de Unicef
-1948: Declaración Universal de los Derechos Humanos
-1959: Declaración Universal de los Derechos de la Infancia (sin valor legal de obligado cumplimiento)
-1979: Año Internacional de la infancia
-1989: Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia

14 de diciembre de 2010

Errepeando con Lázaro

Lázaro siempre que se ponía nervioso antes de una pelea, no podía evitar provocar a sus oponentes. No se le daban bien las florituras. El de las clases de esgrima era su hermano.

No le dejaron seguir hablando. Los tres hombres cargaron contra ellos a una y enseguida todo fue caos. Cruzó su espada con un tipo ancho de hombros y cara morena. A su derecha, Hernán se batía con otro que apenas le llegaba a los hombros y que perjuraba a cara embate, mientras que el tercero, delgado y con un rostro que le recordaba a un caballo famélico, bailaba entre los dos, ora atacando a uno, ora aprovechando un descuido en la defensa del otro. Lo ponía nervioso. Más aún cuando una de las espadas enemigas le pasó rozando la oreja. El Altísimo los confundiera, ya estaba harto.

Paró otra acometida y tiró a fondo, a la desesperada. Fue un buen golpe, su adversario cayó, herido, pero el hombre de rostro equino aprovechó su parca defensa para clavar el acero en su muslo. Así se quemara en las más ardientes llamas del infierno. Así la próxima vez que conociera mujer, esta le contagiara las más terribles pústulas. Así recibiera el doble de acero que había brindado a sus enemigos.

Mientras desclavaba su arma del cuerpo del moreno, trazó un arco con su daga para apartar al otro. Miró a Hernán de soslayo. Se las arreglaba bien, pese a luchar solo con una espada. La otra mano la mantenía bajo la capa.

-¿Se puede saber qué diantres haces? Voto a...

4 de diciembre de 2010

Nostalgia

Se encogió entre sus brazos, dolida, angustiada.
No quería recordar todo aquello, pero las imágenes acudían a su mente una y otra vez, atormentándola.

-¡Sálvame!

Él apretó su abrazo aún más, viéndola llorar, aterrada. No podía hacer nada para ayudarla. No sabía hacer nada para ayudarla. Él también le susurró:

-Sálvame...

Y entonces se perdieron los dos.