31 de julio de 2010

Fuegos artificiales

A Neme le gustaba ver los fuegos de luces desde el aire. Sus imágenes, sus brillos, las explosiones que los mortales no podían apreciar desde su insignificancia...
Pero, por supuesto, nunca le dejaban. Por lo visto revolotear sobre petardos que, además, suben a distintas alturas, es bastante peligroso. Y, la gente, cómo no, está continuamente pendiente del cielo, con el consiguiente riesgo de ser descubierto.  De modo que, siempre que había fuegos artificiales, a Neme le tocaba darse el paseo a pue y camuflarse entre la gente.
No podía asustarlos, pero vaya, estaban entretenidos y, oh, sí, estaban felices, así que al menos era entretenído de ver y la caza no solía ser complicada.
Y, oh, había niños. Niños a los que a veces podía hasta asustar. Pocas veces. Casi ninguna. Pero ahí estaba la opción....
Neme se sentaba en primera fila siempre que podía. Ese día, además, como no había restricción alguna, pudo acomodarse aún más cerca.
Por desgracia, no se acordó de algo tan sencillo como sentarse de espaldas al viento.
Cuando los fuegos comenzaron, se olvidó de todo, viendo cómo estallaban sobre él... Se dejó perder en la lluvia de colores, en las imágenes de fuego...
Hasta que las chispas empezaron a caerle encima. Eso, de primeras, no le gustó demasiado, pero como a Neme no le importaba el riesgo, no se movió del sitio.
Pero luego el viento le llevó el humo y al acre olor a pólvora, y Neme acabó tosiendo y teniendo que moverse más allá, perdiéndose los fuegos durante el trayecto.
-¡Jopetas! Con el sitio tan guay que tenía... ¡Dichoso viento!

24 de julio de 2010

Capitán

Se trata de uno de los barrios más bajos, peligrosos, oscuros y letales... de toda tierra conocida. Y no llegué a dominarlo por casualidad. Oh, no. Sino por ser aún más peligroso y letal... ¿Quieres que te lo demuestre?


---------
Llevo casi 17 capítulos de esta historia. No se si alegrarme o echarme a temblar. Tengo miedo de no acabarla nunca. Tengo miedo de no poder continuarla de que, en algún momento, la magia desaparezca y el Grey permanezca ahí, parado, como tantas otras historias...
Tsk...

12 de julio de 2010

Campeones...

Neme estaba feliz. Era la gran final, faltaban dos minutos y su equipo iba ganando.  Fabuloso, fabuloso. Si vencían, esa noche la gente saldría a celebrarlo, por lo que la calle estaría llena de maravillosa-sangre-eufórica.
La adrenalina que inundaba la sangre humana era grandiosa. No había nada mejor que la sangre, salvo la sangre cargada de dulce, dulce adrenalina. Le hacía sentirse aún más fuerte, aún más rápido, aún más ligero, aún más sigiloso y terrible y mejor. Era lo más parecido a una droga que un vampiro podía conseguir.
Huelga decir que Neme prefería la adrenalina del terror, porque a ella se sumaba la satisfacción de asustarlos, aterrorizarlos, de verlos temblar y gritar de miedo, de tenerlos a su merced pidiendo clemencia... pero era mucho más fácil de conseguir y la euforia también estaba bien, también era grandiosa...
Un minuto y sus ojos brillaban de emoción, se puso de pie en el salón y empezó a dar saltitos nerviosos a la pata coja, alternando ahora una pierna, ahora la otra.
Sus padres lo miraron, sonriendo, y luego se miraron entre sí. Neme no vio cómo se guiñaban un ojo.

-Hoy habrá demasiados humanos en la calle, Neme, será peligroso. Es mejor que te quedes en casa.

El vampiro se quedó inmóvil, mirándolos con los ojos muy abiertos.

-No... no... ¡jopetas! ¡No! ¡Hoy no puedo quedarme! ¡Hoy no! ¡Me niego! ¡No podéis hacerme esto!

Empezaba una pataleta y ya estaba gritando cuando sus padres se echaron a reir. Le estaban tomando el pelo. Se sintió terriblemente humillado. Por un momento, se le empañaron los ojos por la vergüenza y la rabia, pero entonces el árbitro pitó el fin del partido y la euforia lo invadió a él también, campeones, campeones, y corrió gritando a por su capa para echar a volar, libre en la noche.

-¡Ganamos! ¡Ganamos! ¡Oe! ¡No volváis a reíros de mí así! ¡Jopetas! ¡No es justo! Pero oh, ¡campeones! ¡Sí!

En el castillo.

El castillo tenía cuatro torres, dos a cada lado. Cuatro majestuosas torres que apuntaban al cielo. Bueno, la segunda por la izquierda era, quizá, algo más baja que el resto, y la cuarta puede que estuviese algo torcida, pero aún así, los cuatro tejados puntiagudos resaltaban en el azul del cielo, justo entre dos nubes blancas.
En el salón del trono, el Rey descansaba sobre su majestuosa silla mientras que, a su lado, la princesa... ¿rubia o morena? Mmm... sí, mejor morena, permanecía de pie a su vera, con un... una flor en la mano.
Al piso superior solo se puede acceder mediante unas escaleras. Justo ahí, aunque... ¡jopetas! casi parecen cajas apiladas... mejor no hay más pisos. Solo uno. Y aquí, donde antes había unas escaleras, un príncipe con una espada, luchando con un monstruo que viene a comerse a la princesa. Un terrible monstruo con un ojo y tres brazos y cinco piernas y cuatro orejas y de color verde, por ejemplo. Pero el monstruo va a perder porque no sabe que el príncipe es un vampiro... así, con colmillos blancos y capa... y que es muy malo y que acabará con él en menos que...

-¿Qué estás hasiendou?

Neme miró, furioso, al recién llegado. Alargó la mano con hastío, cogiendo el tomo que reposaba al otro lado de la mesa. Pasó varias páginas hacia alante y varias hacia atrás, buscando.

-Nothing.

Y, enfadado y desencantado, guardó las pinturas en la caja y enrolló el papel.
Dichoso profesor... ¡jopetas! ¡Si estaba quedando un dibujo genial!

Campeones del mundo

Viva viva ^_^